Preocupación entre los científicos: los niveles de ozono sobre el Ártico alcanzan su mínimo histórico
Este descenso no llega a los niveles de la Antártida, donde se habla de un ‘agujero’ en la capa de ozono
El ozono nos protege de la radiación ultravioleta del Sol, que puede provocar enfermedades como el cáncer de piel
La actividad humana previa al inicio de la crisis del coronavirus tiene sus consecuencias en el medioambiente y la atmósfera: los niveles de ozono sobre el Ártico alcanzaron su nivel más bajo el pasado 12 de marzo, según informa la NASA. El ozono es fundamental para absorber la radiación ultravioleta que llega a la Tierra y que puede ser dañina para plantas y animales, además de causar enfermedades como el cáncer de piel y las cataratas en los seres humanos.
El día 12 de marzo se alcanzó el mínimo, con 205 unidades Dobson (con ellas se mide el espesor de la capa de ozono). Estas cifras no tienen precedentes, aunque los satélites registraron niveles similares en la estratosfera (atmósfera superior) en los años 1997 y 2001. Pero, si tenemos en cuenta los registros del mes de marzo en años previos a este, el valor más bajo estaba en unas 240 unidades Dobson.
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"El ozono ártico bajo de este año ocurre aproximadamente una vez por década", explicó en un comunicado Paul Newman, científico jefe de Ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland. "Para la salud general de la capa de ozono esto es preocupante porque los niveles de ozono en el Ártico suelen ser altos durante marzo y abril”, añadió.
Con CFC hubiera sido peor
La principal causa de esta pérdida de espesor está en cambios en la dinámica de ondas, que entre diciembre y marzo ha sido más débil que otros años, según explicó Newman. Aunque, según él, la situación podría ser mucho peor: “Si no hubiéramos dejado de poner clorofluorocarbonos (CFC) en la atmósfera debido al Protocolo de Montreal, el agotamiento del Ártico este año habría sido mucho peor”.
Los CFC son gases derivados de los hidrocarburos que tienen una gran resistencia en la atmósfera (hasta 200 años) y que provocan la destrucción de la capa de ozono. Tradicionalmente se han usado en frigoríficos, aires acondicionados o aerosoles. Desde el año 2000, los niveles de clorofluorocarbonos y otras sustancias que agotan el ozono producidas por el hombre han disminuido de forma importante.
Los científicos esperan que los niveles de ozono estratosférico vuelvan a las marcas de 1980 a mediados de este siglo.
Comparación con la Antártida
A pesar del récord negativo registrado sobre el Ártico, la pérdida de ozono es mucho mayor en la Antártida, donde se habla de ‘agujero’. Los niveles de ozono en esa zona pueden caer hasta 120 unidades Dobson.
El medioambiente y el coronavirus
La crisis del coronavirus ha provocado que muchos países entren en una etapa de frenazo económico ya que, para evitar que el virus siguiera propagándose, han confinado a los ciudadanos en sus casas y cesado las actividades productivas y económicos. Una de las consecuencia de estas decisiones ha sido que los niveles de contaminación han descendido rápidamente en las grandes ciudades. Los niveles de dióxido de nitrógeno en las grandes ciudades se ha desplomado, según imágenes publicadas por la Agencia Espacial Europea.