Los neandertales ya se alimentaban regularmente de mejillones, peces y otras especies marinas, como focas y delfines hace más de 80.000 años, según atestigua el estudio de un equipo de investigación internacional que excavó en la cueva de Figueira Brava en Portugal y que ha sido publicado en la revista 'Science'.
El doctor Dirk Hoffman fechó las capas de piedra excavada entre 86.000 y 106.000 años, es decir del periodo en que los neandertales se establecieron en Europa. El dato es relevante, ya que el uso del mar como fuente de alimento en ese momento solo se había atribuido hasta ahora a los humanos anatómicamente modernos (Homo sapiens) en África.
La cueva de Figueira Brava se encuentra a 30 kilómetros al sur de Lisboa en las laderas de la Serra da Arrábida. Hoy se encuentra directamente en la costa, pero entonces estaba a dos kilómetros de ella. Los investigadores descubrieron que los neandertales que vivían allí podían cosechar mejillones y peces de forma rutinaria y cazar focas. Su dieta incluía mejillones, crustáceos y peces, así como aves acuáticas y mamíferos marinos como delfines y focas. La comida del mar es rica en ácidos grasos omega-3 y otros ácidos grasos que promueven el desarrollo del tejido cerebral.
Hasta ahora, siempre se sospechó que este consumo aumentaba las capacidades cognitivas de las poblaciones humanas en África. "Esto podría explicar la aparición temprana de una cultura de personas modernas que usaban artefactos simbólicos, como la pintura corporal con ocre, el uso de adornos o la decoración de recipientes hechos de huevos de avestruz con motivos geométricos", o la capacidad humana para el pensamiento abstrato, explica Hoffmann.
Los resultados recientes de la excavación de Figueira Brava ahora confirman que si el consumo habitual de vida marina juega un papel importante en el desarrollo de habilidades cognitivas, esto es tan cierto para los neandertales como lo es para los humanos anatómicamente modernos. Hoffmann y sus coautores descubrieron previamente que los neandertales hicieron pinturas rupestres en tres cuevas en la Península Ibérica hace más de 65.000 años y que las conchas perforadas y pintadas también deben atribuirse a los neandertales.