La mitad de la Tierra todavía se puede salvar del daño humano
Según el estudio, sólo alrededor del 15% del planeta está bajo algún tipo de protección ambiental
No podemos negar el hecho de que los humanos hemos alterado y desarrollado gran parte del mundo natural para nuestros propios fines. En un nuevo estudio, los científicos compararon cifras de cuatro conjuntos diferentes de datos espaciales para llegar a la conclusión de que aproximadamente la mitad de la Tierra (entre un 48% y un 56%) presenta una influencia 'baja' del ser humano.
"Especialmente en áreas más cálidas y más hospitalarias, casi la mitad de la Tierra aún permanece sin uso intensivo a gran escala", asegura el científico ambiental Erle Ellis, de la Universidad de Maryland-Condado de Baltimore (EEUU).
MÁS
Tal como están las cosas, solo alrededor de una cuarta parte (del 20% al 34%) de la superficie terrestre libre de hielo del planeta muestra signos 'muy bajos' de influencia humana, indican los investigadores, y las partes del planeta que hemos dejado solas hasta ahora constituyen algunos de los lugares menos habitables. "Gran parte del planeta de muy baja y baja influencia se componen de paisajes fríos (bosques boreales, praderas montañosas y tundra) o áridos (desiertos)", explican los autores en su artículo.
Los investigadores manifiestan que los resultados mostrados nos dan un marcador claro y fuerte que podemos usar para ayudar a enmarcar los esfuerzos de conservación existentes y futuros, evitando invasiones en áreas existentes de bajo impacto, mientras que simultáneamente se recuperan áreas para la conservación en tierras que ya se han explotado demasiado.
Según el estudio, sólo alrededor del 15% del planeta está bajo algún tipo de protección ambiental, y los ecosistemas intactos fuera de esos lugares se están erosionando rápidamente. "La conclusión alentadora es que si actuamos rápida y decisivamente, hay una ventana delgada en la que aún podemos conservar aproximadamente la mitad de la Tierra en un estado relativamente intacto", argumenta el biólogo de conservación y autor principal del estudio, Jason Riggio.