Dentro de unos días, miles de millones de cigarras –hay quien habla incluso de billones– emergerán del suelo en 15 estados de Estados Unidos. Nueva York, Virginia o Michigan se verán invadidas de manera repentina por esta ‘tormenta perfecta’ que ocurre cada 17 años. Quienes recuerdan episodios anteriores dicen que su particular sonido puede sonar tan fuerte como una cortacésped. Pero ¿qué han hecho 17 años bajo tierra?
El brote de cigarras ‘Brood X’ es la peor pesadilla de millones de estadounidenses. Cada 17 años, en la recta final de la primavera, el suelo se calienta y las cigarras aprovechan la noche para salir por los túneles que han excavado en busca de árboles a los que escalar. Se desprenden de su piel y sobreviven como pueden a los depredadores, que no son pocos. Perros, aves, incluso hormigas las acechan, y con el tiempo han pasado a formar parte del recetario de unos cuantos humanos, también.
En algunos estados, que sepamos en Maryland, Virginia y Tennessee, los insectos ya se dejan ver, y pronto lo harán sobre todo en regiones del noreste del país. "Para la tercera o cuarta semana de mayo, será cuando te inunden los informes de cigarras", ha dicho Michael Raupp, un entomólogo que enseña en la Universidad de Maryland y conocido como ‘El chico de los insectos’. "Se acerca un gran tsunami", asegura.
En su blog, cuenta cómo pasa la cigarra los 17 años bajo tierra: chupando la savia de los árboles. Cuando alcanzan la madurez, salen para mudar la piel, como decimos, y para batir sus alas por primera vez, pero no es fácil sobrevivir, así que salen por la noche.
En cuanto al molesto ruido que emiten, son los machos los que arman escándalo, realmente. Con su canto buscan atraer a las hembras y, si tienen éxito, ponen sus huevos en las ramas más pequeñas, cuenta este entomólogo. Pasados seis meses las crías caen de los árboles y vuelven a hacerse un hueco en la tierra para pasar otros 17 años, aunque a veces pueden ser menos.
Los expertos dicen que, a pesar de la inquietud que pueden provocar en algunas personas, no se trata realmente de una invasión, incluso podríamos decir que es un buen síntoma que siga produciéndose esta aparición masiva de las cigarras. El cambio climático no ha podido con ellas hasta el momento.
Más allá del pánico a los insectos o del rechazo al mal olor que desprenden cuando mueren en masa, además del susto si se te posa una estando desprevenido, las cigarras no hacen daño a nadie. Los perros y gatos pueden regurgitar por una sobreingesta, pero no enfermarán por comerlas. No son tóxicas.
Como mucho, pueden dañar os árboles y arbustos más jóvenes, que también son más vulnerables. Sin embargo los expertos dicen que, una vez muertas, fertilizan el suelo, por lo que no suelen venirle mal a la vegetación.