Cuando pensamos en el volcán activo más grande de Europa suele venir a la mente el Etna, pero hay uno que lo supera. El Marsili se esconde bajo las olas del Mediterráneo, a unos 140 km al norte de Sicilia y unos 150 km al oeste de Calabria. Se sabe muy poco sobre este volcán subterráneo, salvo que es gigantesco. La preocupación en torno a su existencia al sur de Italia ha revivido tras la megaerupción de Hunga Tonga-Hunga Haʻapai, que ha devastado la isla de Tonga. ¿Podría ocurrir algo así en el Mediterráneo?
El monte Marsili es una inmensa estructura geológica, extendida por 70 km de largo y 30 km de ancho, que se eleva unos 2700 metros desde el fondo del mar, alcanzando una altitud de unos 450 metros por debajo de la superficie del mar. Estas dimensiones lo convierten en el volcán activo más grande de Europa.
El descubrimiento del volcán Marsili es relativamente frecuente. Si bien se cree que nació hace alrededor de un millón de años, por su profundidad bajo el mar fue visto por primera vez hace solo 100 años, cuando se empezaron a cartografiar las cuencas marinas a principios del siglo XX, según explicó un experto a la BBC.
El uso de submarinos y de grandes cables submarinos que facilitan la comunicación internacional ha ayudado en cierta medida a conocer nuevos detalles sobre el volcán, que finalmente fue identificado en la década de 1920 y nombrado en honor al científico Luigi Ferdinando Marsili (1658-1730).
Los estudios más detallados empezaron en la década de los 2000, que concluyeron que la última erupción se produjo hace unos miles de años. Hoy en día, aunque una erupción no puede descartarse, tan solo se registran emisiones de gases puntuales y temblores flojos. En caso de producirse una erupción, los 450 metros de agua sobre el volcán probablemente disminuirían mucho sus daños en tierra, y sería complicado que se formase un tsunami destructivo como el de Tonga.
La diferencia principal entre una erupción del Marsili y del Hunga Tonga-Hunga Haʻapai está en la profundidad de ambos volcanes. La columna de agua sobre el volcán mediterráneo probablemente evitaría que los daños fueran destructivos en tierra. “La erupción podría pasar casi desapercibida para la población”, dice el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) en su web.
"La única señal en la superficie sería el agua hirviendo ligada a la desgasificación y flotabilidad de material volcánico (piedra pómez) que permanecería en suspensión durante unas semanas (como sucedió con la erupción del 10 de octubre de 2011 frente a la costa de la isla de El Hierro en las Islas Canarias)", ejemplifica el INGV.