Hacía muchos años que las ballenas azules no se dejaban ver por la costa española cuando Bruno Díaz, director del Instituto de Investigación del Delfín Nariz de Botella (BDRI, por sus siglas en inglés), avistó uno en 2017. Concretamente, unos 40 años. Recientemente, como parte del proyecto Balaenatur, su equipo ha podido observar nuevos ejemplares alimentándose en la zona, una buena noticia para los amantes de los animales.
Las ballenas azules son los mamíferos más grandes del mundo, pudiendo medir más de 20 metros de largo, como uno de los ejemplares que ha podido ver Díaz en las últimas semanas, alrededor de la Isla de Ons, en el Parque Nacional de las Illas Atlánticas.
Los avistamientos se están produciendo durante el estudio del comportamiento de estos animales, que el centro que dirige Díaz está liderando como parte del proyecto de investigación Balaenatur, que recibe el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica.
Antiguamente no era tan raro ver ballenas azules por Galicia. Solían frecuentar nuestras costas hasta que la caza indiscriminada las llevó a una reducción drástica de sus poblaciones y rozaron la extinción. En los años 70 casi habían desaparecido por completo.
Las condiciones climáticas “particulares”, ha dicho Díaz en varias entrevistas, podrían estar empujando a estos cetáceos a buscar alimento en nuevas regiones.
Algunos expertos, de hecho, lo ven como una mala noticia. “Soy pesimista porque existe una alta posibilidad de que el cambio climático esté teniendo un impacto importante en el hábitat de la ballena azul”, dijo Alfredo López, biólogo marino de una ONG gallega que estudia mamíferos marinos, al diario La Voz de Galicia.
“En primer lugar, porque nunca se aventuran al sur del ecuador, y si el calentamiento global empuja esta línea hacia el norte, su hábitat se reducirá. Y en segundo lugar, si eso significa que la comida que normalmente comen está desapareciendo, entonces lo que estamos viendo es dramático y no es algo para celebrar”.
Aunque también podría significar que las poblaciones de ballena azul se recuperan, reconoce. Pero dos observaciones le hacen dudar de esta segunda opción más optimista. Según ha contado López, se han avistado híbridos de estos cetáceos con otras ballenas, y algunos ejemplares han llegado esqueléticos al Golfo de Vizcaya. "Si fuera un sólo animal podríamos decir que estaba enfermo. Pero son muchos. Y se están muriendo de hambre", concluía el biólogo.