A pesar de que Jenny sufría un síndrome conocido como de hipersensibilidad electromagnética, las autoridades de su colegio desoyeron las denuncias de sus padres, como recoge Mail Online. Ellos adviertieron de que la exposición de su hija a este tipo de ondas le ocasionaba cansancio, dolores de cabeza y problemas en la vejiga. Por ello, la familia había eliminado la conexión de Internet de su vivienda para aliviar el sufrimientos de Jenny.
Pero cuando entraba en la escuela, comenzaba el tormento, relata Debra, la madre de Jenny. Cuenta que siempre buscaba las zonas en las que la señal WiFi no llegaba porque allí era en donde podía estar tranquila.
Aunque su intolerancia era muy elevada, la familia reconoce que nunca sometió a su hija a un examen médico para dictaminar con certeza el alcance y origen de su dolencia. Ellos están convencidos de que fue su desesperación ante el sufrimiento que las ondas inalámbricas le ocasionaban lo que le llevó a quitarse la vida. Antes de hacerlo llegó a mandar varios mensajes a amigos suyos que nada pudieron hacer para evitarlo.
Desde la escuela de Jenny se asegura que la seguridad de todos sus estudiantes es una prioridad, incluida la de la propia Jenny y que se sienten orgullosos de sus medidas, algo en lo que incluyen el uso de la señal WiFi.