Los incendios del verano de 2019-2010 en Australia marcaron un antes y un después. Aproximadamente 186.000 kilómetros cuadrados de bosque fueron arrasados y miles de millones de animales murieron. Ahora sabemos que eso solo fue una parte del daño causado: el ‘verano negro’ tuvo un llamativo efecto a nivel global, acaba de descubrir un estudio.
Los incendios del anterior verano austral fueron tales que la columna de humo rivalizó con las emitidas por erupciones volcánicas. Tanto es así, que un grupo de científicos ha encontrado que el fuego de Australia llegó a calentar la estratosfera.
"Los incendios forestales extremos pueden inyectar humo en la troposfera superior e incluso en la estratosfera en condiciones meteorológicas favorables", enuncia el estudio, publicado en 'Geophysical Research Letters'. "Cuanto más alto se inyecta el humo, más tiempo persistirá y más amplia será su extensión".
Las llamas emitieron casi un billón de gramos (aproximadamente 0,9 teragramos) de partículas de humo a la estratosfera. Esto supone la mayor cantidad jamás documentada en la era de los satélites, recalca ‘Science Alert’.
La humareda contenía una mezcla de partículas de carbono orgánico y carbono negro, entre otros. Estos tienen la capacidad de atrapar el calor en la atmósfera y calentar el aire circundante, como ocurre con el resto de gases de efecto invernadero.
"Las simulaciones sugieren que el humo permaneció en la estratosfera durante todo el 2020 y que calentó la estratosfera de manera apreciable en aproximadamente 1-2 grados Celsius durante más de seis meses", explican los investigadores. Y no solo eso, pudiendo haber afectado además a la química de la estratosfera, con implicaciones mayores.
Entre otras cosas, creen que existe relación con la disminución masiva de ozono registrada en la estratosfera, habiendo contribuido a formar un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida de 24 millones de kilómetros cuadrados a principios de octubre de 2020.