Cómo practicar la filosofía en la era de la IA, según Chul Han: "Es mejor el argumento que el algoritmo"
Cada 21 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Filosofía, con el objetivo de poner en valor el ejercicio del pensamiento crítico
El filósofo coreano Byung Chul Han defiende el discurso de los humanos frente a la IA en su artículo 'Big Data, dataísmo e Inteligencia Artificial'
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Cuando pensamos en filosofía, hay una imagen que rápidamente nos viene a la cabeza: la del famoso cuadro de Rafael Sanzio, La Escuela de Atenas, en cuyo centro se encuentran los padres del pensamiento occidental. Platón, con un dedo apuntando hacia arriba y el Timeo en la otra mano, y Aristóteles, sujetando su Ética a Nicómaco y haciendo un gesto que invita a la templanza, rodeados de un gran grupo de filósofos, matemáticos y geógrafos que escriben, leen o discuten apasionadamente en el Ágora.
Una imagen que simboliza a la perfección el espacio comunitario que la filosofía necesitar para verdecer, donde el discurso de cada uno de sus integrantes es lo más importante, para ser escuchado, rebatido y, por qué no, refutado por el que tiene enfrente. Un espacio físico y acotado que se pierde en la ambigüedad de la digital, en la que los discursos se convierten en una amalgama de palabras sin rostro y se difuminan en la gigantesca nada que bien llamamos nube.
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La IA no fracasa, ergo no aprende
Para los pensadores clásicos - como los que aparecen en el cuadro- sería muy difícil filosofar en la era actual, no sólo por el desfase temporal, sino por la pérdida del escenario adecuado para hacerlo: una plaza, una mesa redonda, un banco de la calle y hasta encima de una piedra. La virtualidad, en la que se pierde irremediablemente el contacto físico de los interlocutores para dar paso a un altavoz imaginario dirigido a cientos, miles o millones de desconocidos, trabaja en detrimento de la conversación personalizada que, para el filósofo coreano Byung Chul Han, queda difuminada y empobrecida.
Mucho más cuando nos encontramos en un momento en el que la Inteligencia Artificial se presenta como una herramienta que siempre tiene las respuestas adecuadas para nuestras preguntas - más o menos trascendentales -, que nunca se equivoca y por cuya basta sabiduría se ha llegado hasta salvar vidas. Una idea duramente criticada por este pensador contemporáneo quien, entre sus muchas teorías ligadas a la sociedad globalizada, critica la confianza ciega que tenemos en el Big Data (volumen de datos) y que ha derivado en una población dataísta.
Como buen filósofo, recoge la idea de un predecesor, el sociólogo alemán Habermas, quien decía que "los argumentos, por ser criticables, son también susceptibles de mejora: podemos corregir los intentos fallidos si logramos identificar los errores que cometemos. Y esto es lo que nos lleva al aprendizaje". Es decir, que en nuestra capacidad de cometer errores está también la posibilidad de aprender de ellos, cosa que, para Chul Han, no ocurre en el caso de unas computadoras que, si bien son cada vez más avanzadas, no parecen aceptar bien los fracasos.
"Los discursos de los hombres serían accidentales si no fueran acompañados de la capacidad de aprender de los fallos, de la refutación de hipótesis y del fracaso en las intervenciones. La Inteligencia Artificial no razona, sino que computa. Los algoritmos sustituyen a los argumentos. Y, por lo tanto, la digitalización sustituye así al aprendizaje", dice en su artículo Big Data, dataísimo Inteligencia Artificial, en contra de la extendida idea de que, por primera vez (y gracias a la creación de Internet) la humanidad dispone de los datos que le permitirán un "conocimiento total de la sociedad".
Más allá de la conclusión política a la que llega en este ensayo - "una vez que la IA cree una sociedad perfecta en la que todas las necesidades estén contempladas y cubiertas, ya no será necesaria la política ni la democracia" - su crítica coincide con la sensación de que la IA, por muy rápida y habilidosa que sea, carece de alma. Quizá por esa incapacidad de equivocarse, de perder; por no tener las cicatrices y heridas que sí tenemos los seres humanos y que nos llevan a ser creadores únicos y genuinos.
Por ello, para que la filosofía se mantenga viva en la era de la proliferación de los bots - también detectados por ser repetitivos, monótonos y sin vida - es, al parecer de Chul Han, seguir manteniendo la discusión y la voz propia que "distinga al individuo" de la nube colectiva.
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