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En estos tiempos de cambios acelerados, la inteligencia artificial (IA) es el principal motor de transformaciones. En positivo, para asuntos médicos o en los colegios, y también en negativo, por el mal uso que se le pueda dar o por nuestra propia ignorancia. Como muestra, sólo una de cada tres personas, en concreto un 37%, sabe diferenciar una imagen real de una generada por IA.
Y similar proporción, apenas un 36%, se da entre quienes saben qué es y reconoce un 'deep fake', ese tipo de vídeo en el que se falsea con IA el rostro o el cuerpo de una persona, por ejemplo, para uso pornográfico.
Otro dato de una encuesta de GAD3 para Mediaset refleja que el 7% de los ciudadanos ha elaborado o utilizado alguna vez un 'deep fake', un porcentaje que se eleva al 15% en los menores de 30 años.
Las redes sociales han cambiado la manera de informarnos, ahora las noticias están a tan solo un clic de distancia. Aunque también ellas, las 'fake news' (noticias falsas). La desinformación plaga nuestros dispositivos.
Según un informe de Save the Children, el 60% de los adolescentes utiliza las redes sociales como fuente principal de información, pero lo que resulta muy preocupante es que la mitad de ellos no reconoce la información falsa, no son capaces de distinguirla.
Una desinformación que perpetúa estereotipos negativos, modelos irreales de vida y fomenta los discursos de odio. Según el director de la ONG, en la difusión de los discursos de odio existe claramente un patrón de género.
El estudio también indica que casi un 30% de los jóvenes niegan la existencia de la violencia machista y las redes sociales han creado un estado de opinión preocupante.
Para atajar este problema, los profesionales tienen claro que la educación en redes es una herramienta clave. ¿Pero por qué están tan desconectados los jóvenes de los medios tradicionales? Quizá esa será nuestra autocrítica.
La prevención apela a la política, al periodismo, a ese pensamiento crítico que nos hace ver que no, que nadie, aunque así Donald Trump lo afirmase en el debate con Kamala Harris, se come a las mascotas.
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