Es evidente que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse. No son pocos los campos en los que el paradigma que conocíamos ha cambiado por completo en poco más de año y medio, cuando oímos mencionar por primera vez algoritmos como Chat GPT, Midjourney o Stable Diffusion, por arrojar unos pocos nombres en una revolución cuyos cientos de herramientas avanzan implacablemente, a veces para mal.
La implementación de esta tecnología disruptiva en nuestra propia vida y las tareas que realizamos de forma habitual es solo el preámbulo de un escenario de innovación tecnológica que solo alcanzamos a intuir.
Campos como la ciencia, la medicina, el arte o la literatura ya están empezando a adaptarse a marchas forzadas a un nuevo escenario futuro en el que, probablemente, nuestros asistentes serán algoritmos que nos brindarán minuto a minuto instrucciones personalizadas, información útil y maneras de optimizar la tarea que estemos acometiendo. Cuestión de tiempo que eso suceda.
También la cocina y la gastronomía van a experimentar cambios significativos en un breve lapso temporal, y seguramente lo comprobaremos a nivel usuario en nuestro día a día, cuando empecemos a utilizar estas herramientas en nuestra propia manera de cocinar.
Basta pensar un momento en lo que cualquier algoritmo puede hacer en otros campos y aplicarlo terreno de la cocina a nivel profesional; en la gestión de un restaurante, por ejemplo. En un artículo creado con inteligencia artificial, el Centro Culinario de Barcelona se cita el caso del chef Andoni Luis Aduriz, del restaurante Mugariz, y su programa de ‘gastronomía molecular’, que utiliza a los algoritmos de IA generativa para crear y combinar todo tipo de texturas y sabores nuevos en la creación del menú.
Pero es que también podemos trasladar este automatismo logístico y creativo del algoritmo a nuestra propia vida, llena siempre de pequeños momentos de duda y ratos donde se pierde tiempo decidiendo. ¿No pasa a menudo que queremos innovar en una receta que nos sabemos de memoria, o buscamos información sobre un ingrediente o hemos de planificar la cesta de la compra para toda la semana?
Con apenas unos pocos prompts bien diseñados podemos pedirle a Chat GPT que mejore nuestras propias recetas o las combine con otros platos. El algoritmo es capaz de brindarnos instantáneamente una preparación, de la misma forma que podemos pedirle un menú equilibrado para toda la semana o hacer mucho más sencilla la logística de la planificación, ahorrándonos bastante tiempo a la hora de gestionar nuestra despensa de manera eficiente. Incluso sería posible especificar qué queremos en base a nuestro perfil nutricional, peso, estilo de vida y conocimientos culinarios.
A día de hoy, esto ya se puede hacer sin problemas con aplicaciones como Smart Cook AI o Chef GPT, una variante del algoritmo generativo especializada que nos permite generar instantáneamente recetas explicándole al programa los ingredientes que tenemos en la nevera. Tan solo habrá que aclararle qué aparatos tenemos disponibles para cocinar (horno, licuadora, olla exprés, air fryer…) y especificar nuestras habilidades (principiante o chef experto). En la versión de pago, Chef GPT calcula también las calorías, grasas y proteínas de la receta, entre otros datos muy útiles para equilibrar la dieta y el tiempo disponible para cocinar.
La pregunta es: ¿hasta dónde llegará el grado de personalización de la IA en la cocina del futuro, cuando los algoritmos sean nuestros asistentes en la cocina?