El avance en el uso de herramientas de Inteligencia Artificial (IA) para sustituir el elemento humano en el análisis y el trabajo genera asombro y preocupación a partes iguales. Un reciente estudio de la Universidad de Stanford asegura que la IA aleccionada por expertos puede responder a encuestas al igual que los humanos. También puede simular con asombrosa precisión cómo responderá determinado grupo social ante mensajes políticos y cómo elaborar mensajes electorales con un alto grado de concreción y con altas posibilidades de influir sobre su voto.
Lo cuenta en su blog Rafael Tamames, experto en comunicación que recoge varios estudios realizados en Estados Unidos sobre encuestas personalizadas, adaptadas y realizadas con herramientas de IA elaboradas para perfiles muy concretos de votantes teniendo en cuenta " las opiniones políticas y las preocupaciones específicas de cada uno ellos".
En uno de estos trabajos de investigación, los científicos de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos mandaban a una muestra de 10.000 votantes en un estado clave para el resultado electoral preguntas elaboradas por la IA y otras redactadas por humanos.
Una primera conclusión que asombró a los investigadores es que los encuestados respondían de forma similar tanto a las redactadas por un algoritmo como las que formularon los expertos humanos. Lo más destacable de este resultado es la capacidad que tiene una IA bien construida de articular mensajes muy personalizados.
También destacaron los investigadores la capacidad de esta herramienta inteligente de suplantar al ser humano porque la propia IA es capaz de asumir cómo respondería determinado votante al que se atribuyen características concretas. Es decir, que podemos crear un perfil típico de votante de un área determinada y encuestarle para obtener sus respuestas. Y lo que es aún más intrigante, conociendo cómo piensa y sus determinantes sociales enviarle mensajes políticos y electorales para ayudarle a decidir su voto.
Esta paradoja se comprueba también en el otro estudio mencionado por Tamames y que fue elaborado por la Universidad Brigham Young, de Utah, estados Unidos.
En este caso, los investigadores crearon personajes artificiales asignando a la IA ciertas características como raza, edad, ideología y religiosidad; y luego se probó para ver si las personas artificiales votarían igual que los humanos en las elecciones presidenciales de EE. UU. de 2012, 2016 y 2020. Usando los Estudios Electorales Nacionales Estadounidenses (ANES) para su base de datos humana comparativa, encontraron una alta correspondencia entre cómo votaron la IA y los humanos.
En otro experimento, condicionaron personas artificiales para que ofrecieran respuestas de una lista de opciones en una encuesta estilo entrevista, nuevamente usando el ANES como su muestra humana. Encontraron una gran similitud entre los patrones matizados en las respuestas humanas y de IA.
La segunda conclusión de estos estudios es la capacidad que tiene la IA de cambiar el sentido del voto, sobre todo de los indecisos, el grupo más codiciado por los partidos políticos en campaña electoral.
Aunque la capacidad comprobada de cambio de voto se situó en un 2,6 % de los encuestados, lo cierto es que los expertos creen que se trata solo del principio y que con el avance y el perfeccionamiento a la hora de elaborar algoritmos más sofisticado, este porcentaje subirá considerablemente convirtiéndose en una poderosa y temida arma electoral.
Sin embargo, los expertos en demoscopia creen que a pesar de las posibilidades que se abren ante el uso de la IA, al final son herramientas más o menos modernas para trasladar el mismo mensaje. José Ramón Lorente, analista electoral de Celes-tel cree que se trata de una "suma cero" ya que son herramientas inteligentes que pueden ser usadas por todos los partidos y con el mismo objetivo: trasladar de forma más efectiva sus mensajes electorales y cambiar el sentido del voto.
Lorente recuerda que desde los años 70 en Estados Unidos, ya se empezó a intentar pronosticar con diferentes variables y usando programas informáticos de aquella época "expectativas de voto de las elecciones".
Para este experto, el talón de Aquiles de la IA es la imprevisibilidad del ser humano que responde no siempre de la misma manera ante cuestiones complejas y que afectan a sus necesidades más básicas. Por ello Lorente cree que ya sea con IA o por empresas tradicionales, para las próximas elecciones generales previstas para el mes de diciembre, el principal grupo social que será determinante para decantar la balanza hacia un partido u otro será el de los jóvenes menores de 35 años.
Basándose en los principales análisis de organismos internacionales, Lorente apunta a que serán estos votantes los que decidan el próximo Gobierno ya que serán los más "permeable a los mensajes de la inteligencia artificial, contrarios a esta administración y, por contra, estarán predispuestos a rechazar los del Gobierno".