Un efecto positivo del confinamiento que venimos observando en los países que aplican la medida es el desplome de la contaminación del aire. En ciudades como Madrid, Los Ángeles y Nueva Delhi, donde lo habitual es el tráfico y las fábricas ensuciando el 'skyline', el contraste entre ahora y hace un mes es titánico. En India, concretamente, hacía 30 años que no veían el Himalaya a 200 kilómetros de la cordillera.
La cordillera del Himalaya es la más alta del mundo, pero hasta ahora eso no implicaba que fuera visible a distancia entre el habitual 'smog' de polución en el norte de India. El país lleva menos tiempo que España de confinamiento oficial, pero ya respira aire de calidad "buena" o "moderada", y aunque tres de sus grandes ciudades todavía figuran entre las 30 más contaminadas del mundo según el índice suizo de monitoreo del aire AQI, la mejoría se aprecia a simple vista.
Se calcula que la contaminación ha caído en torno al 50% en su capital, Nueva Delhi, en las tres semanas oficiales de confinamiento que lleva el país.
Compañías como Air India han cancelado todos sus vuelos al menos durante el mes de abril, enormes de la tecnología como Xiaomi o Samsung han cerrado sus fábricas en el país, y por supuesto no está permitido salir a la calle a menos que esté justificado. De hecho, el primer ministro de India permite a la policía golpear con un palo en las piernas a quien ose saltarse la cuarentena.
De esta manera, hace poco veíamos por ejemplo en palacio presidencial sin bruma amarillenta y la carretera que dirige hasta él libre de motos como nunca lo habíamos visto.
El mejor indicador y el gas responsable del cambio radical que luce el norte de India es el dióxido de nitrógeno (NO2), que tiende a acumularse en las ciudades como resultado del tráfico rodado y que enturbia el ambiente con partículas tóxicas.
En 2019, Nueva Delhi se colocó en el primer puesto del ránking de capitales más contaminadas del mundo, con 98 µg/m³ de media anual de partículas en suspensión ≤ 2,5 micras, según el índice AQI. Estas partículas se refieren, entre otros, al polvo, el hollín o el diésel (lo cual incluye al NO2) que flotan en el ambiente. Por sus efectos nocivos en la salud, la recomendación de la OMS (Organización Mundial de la Salud) es que no se sobrepasen los 10 µg/m³, cifra que la ciudad multiplicaba por 10.