El estudio ha revelado que la descendencia de padres corredores aprende y memoriza mejor que la de los padres sedentarios, y ha analizado los mecanismos cerebrales a través de los que esta herencia puede tener lugar.
Estudios precedentes el las últimas décadas, han demostrado la transmisión generacional de los efectos negativos del estrés sobre el funcionamiento del cerebro. Sin embargo, no se habían publicado trabajos en los que se demostrara que las conductas positivas también podían heredarse.
"Hemos descrito todos los genes cuya expresión cambia en el cerebro como consecuencia del ejercicio físico, tanto en padres ejercitados como en sus crías sedentarias, hemos revelado que las mitocondrias del hipocampo están más activas, y que la neurogénesis hipocampal adulta está incrementada. Estos cambios en el cerebro de las crías replican los cambios que el ejercicio indujo en el de sus padres corredores, comparado con el de las crías de padres sedentarios” explica José Luis Trejo, investigador del CSIC en el Instituto Cajal, quien ha liderado el estudio.
Esta mejoría cognitiva se ha replicado en 3 modelos experimentales distintos: comparando crías sedentarias de padres sedentarios con las crías de padres ejercitados, pero también comparando las camadas de padres sedentarios con las camadas de los mismos padres después de un programa de ejercicio físico de varias semanas, y por último, comparando las camadas de sedentarios y corredores concebidas mediante fertilización in vitro y transferencia de embriones. En los 3 casos se obtuvo el mismo resultado.
Este estudio es el resultado de la colaboración de investigadores del Instituto Cajal del CSIC, el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, el Centro Nacional de Análisis Genómico, el Instituto Nacional de Tecnología Agraria y Alimentaria, la Universidad de Valencia, la Universidad de Sevilla, y la Universidad de Cambridge.