La desaparición de la megafauna herbívora -especies como el mamut lanudo o el bisonte gigante- desencadenó un espectacular aumento de la actividad de los incendios en pastizales de todo el mundo. En colaboración con el Museo de Historia Natural de Utah, los científicos de la Universidad de Yale recopilaron listas de grandes mamíferos extinguidos y sus fechas aproximadas de extinción en cuatro continentes.
Los datos mostraron que América del Sur fue la que más especies perdió (83% de todas las especies), seguida de América del Norte (68%). Estas pérdidas fueron significativamente mayores que en Australia (44%) y África (22%).
A continuación, compararon estos resultados con los registros de la actividad de los incendios revelados en los sedimentos de los lagos. Utilizando los registros de carbón vegetal de 410 lugares de todo el mundo, que proporcionan un registro histórico de la actividad de los incendios regionales en todos los continentes, descubrieron que la actividad de los incendios aumentó después de la extinción de los megaherbívoros.
En los continentes que perdieron más herbívoros (América del Sur y luego América del Norte) se produjo un mayor aumento de la extensión de los incendios, mientras que en los continentes con menores tasas de extinción (Australia y África) apenas hubo cambios en la actividad de los incendios de pastizales.
"Estas extinciones provocaron una cascada de consecuencias --explica en un comunicado Allison Karp, asociada postdoctoral del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de Yale y autora del artículo--. Estudiar estos efectos nos ayuda a entender cómo los herbívoros dan forma a la ecología global en la actualidad".
La extinción generalizada de los megaherbívoros tuvo un gran impacto en los ecosistemas, desde el colapso de los depredadores hasta la pérdida de los árboles frutales que antes dependían de los herbívoros para su dispersión. Pero Karp y la autora principal, Carla Staver, profesora asociada de ecología y biología evolutiva en la Facultad de Artes y Ciencias de Yale, se preguntaron si también había un aumento de la actividad de los incendios en los ecosistemas del mundo, específicamente debido a la acumulación de hierba seca, hojas o madera causada por la pérdida de herbívoros gigantes. Descubrieron que, en las praderas, los incendios provocados por la hierba aumentaron.
Sin embargo, Karp y Staver señalan que muchas especies de exploradores antiguos -como los mastodontes, los diprotodontes y los perezosos gigantes, que se alimentaban de arbustos y árboles en zonas boscosas- también se extinguieron durante el mismo periodo, pero que sus pérdidas tuvieron menos impacto en los incendios de las zonas boscosas.
Los ecosistemas de pastizales de todo el mundo se transformaron tras la pérdida de hierbas tolerantes al pastoreo debido a la pérdida de herbívoros y al aumento de los incendios. Los nuevos pastores, incluido el ganado, acabaron adaptándose a los nuevos ecosistemas. Por ello, los científicos deberían tener en cuenta el papel del ganado de pastoreo y los pastores silvestres en la mitigación de los incendios y el cambio climático, según los autores. "Este trabajo pone de manifiesto la importancia que pueden tener los pastores a la hora de determinar la actividad de los incendios --señala Staver--. Debemos prestar mucha atención a estas interacciones si queremos predecir con exactitud el futuro de los incendios".