El ciervo volante europeo (Lucanus cervus), escarabajo que recibe este nombre por sus características mandíbulas en forma de asta, es el más grande de Europa y se encuentra seriamente amenazado pese a que su presencia es esencial en el ecosistema forestal. ¿Qué pasará si desaparece?
Su futuro está ligado a los bosques en los que habita y a la presencia de madera muerta de la que se alimenta. Ahora un proyecto colaborativo en el marco de la ‘European Stag Beetle Monitoring Network’ busca monitorizar sus poblaciones.
La progresiva reducción en la superficie forestal y que muchas veces no se deja a los árboles envejecer deja sin sustento a este descomponedor esencial para el medio ambiente, explica a EFE el Coordinador del Programa de Doctorado en Conservación de Recursos Naturales de la Universidad Rey Juan Carlos, Marcos Méndez.
Méndez hace hincapié en la importancia ecológica de este coleóptero ya que realiza una gran labor de reciclaje” al descomponer la madera muerta: “Si esto no ocurriese se acumularía todo y se colapsaría el sistema.”
Lo apoda el “barrendero del bosque” y gracias a este artrópodo los nutrientes de la madera “vuelven” al suelo y pueden ser incorporados de nuevo por los árboles.
Pese a que todos los escarabajos efectúan esta labor, el ciervo volante tiene un beneficio particular: su gran tamaño (pueden medir hasta 9 centímetros) provoca una fase larvaria de mayor duración y su trabajo de “barrendero” se prolonga en el tiempo, puesto que solo actúan como descomponedores mientras son crisálidas.
Además, pueden ingerir mayor cantidad de madera que especies más pequeñas, apunta Méndez.
Este profesor anima a los ciudadanos a participar como voluntarios en un muestreo sobre las poblaciones de este escarabajo que ayude a obtener información de su tamaño poblacional, distribución y tendencias para mejorar su conservación.
Los ciudadanos que deseen colaborar en esta iniciativa deben registrarse en la web del proyecto ‘Stag Beetle’. Su labor consistirá en realizar “trabajo de campo” definiendo un transecto de 500 metros dentro del área del alcance del escarabajo para después compartir las observaciones en la página web.
Los voluntarios deberán recorrer el camino a un ritmo suave e ir completando una “hoja de campo” disponible en el portal del proyecto.
El objetivo es crear una red internacional de monitorización de poblaciones que según Méndez debe seguir una “única metodología y protocolo común” en todos los países europeos donde está presente este escarabajo.