¿Estamos solos en el Universo?. El escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke reflexionaba sobre la pregunta y decía: “Existen dos posibilidades: que estemos solos (...) o que no lo estemos. Ambas son igual de terroríficas”.
No es el único que ha recelado de las posibles implicaciones que tendría para la humanidad un posible contacto con una civilización extraterrestre. Bien conocidas son las reticencias que tenía el astrofísico Stephen Hawking sobre ir mandando mensajes al espacio que den pistas de quiénes somos y dónde estamos.
En un documental estrenado poco antes de su fallecimiento Hawking hablaba del descubrimiento de un exoplaneta potencialmente habitable conocido como Gliese 832c y decía: "Un día, podríamos recibir una señal de un planeta en esas circunstancias", pero también advertía: "Deberíamos ser cautelosos en responder. Encontrar una civilización avanzada podría ser como cuando los nativos americanos se encontraron con Colón. Aquello no les salió nada bien".
El miedo a que una civilización más avanzada que la nuestra nos encuentre y decida conquistarnos o extinguirnos ha sido materia de debate entre científicos e inspiración para escritores y cineastas de ciencia ficción desde hace décadas, o incluso siglos. Ahí está 'La Guerra de los Mundos' de H.G Wells que inauguró todo un género de ficción del que se podrían mencionar multitud de ejemplos.
Uno de los más recientes, y quizá, uno de los que mejor contribuyen a valorar los temores de Hawking es la teoría de 'El bosque oscuro' que plantea el autor chino Liu Cixin en su saga de novelas 'El problema de los tres cuerpos'.
La hipótesis del autor responde a la conocida como 'Paradoja de Fermi', en la que el físico se preguntaba dónde están los extraterrestres, ¿Por qué no han venido?. Según la ficción que presenta Liu en sus novelas, la Galaxia está llena de civilizaciones, pero todas están escondidas, sin hacer ruido, porque en cuanto dan signos de su existencia, otra civilización sale del bosque y las aniquila.
El pesimismo de una parte de la comunidad científica y de muchos autores de ciencia ficción contrasta con el optimismo de otros igual de relevantes y con hipótesis igualmente válidas. Ese era el caso del mediático astrofísico Carl Sagan y del radioastrónomo Frank Drake, conocido por la famosa 'Ecuación de Drake' que trata de establecer el número de civilizaciones extraterrestres que puede haber en nuestra Galaxia.
Ambos fueron los impulsores y los diseñadores del conocido como 'Mensaje de Arecibo' bajo la premisa de que: si una civilización logra escapar de su autodestrucción y seguir avanzando tecnológicamente hasta la capacidad de visitarnos tiene que haber sido capaz de dejar atrás defectos de la especie humana como la violencia o la ambición de conquista.
El mensaje es una secuencia escrita en código binario y compuesta por 1679 bits con información sobre la situación del sistema solar, de nuestro planeta en él y del ser humano. Fue elaborado de tal forma que, en teoría, cualquier inteligencia extraterrestre pudiera descifrarlo. Los unos y los ceros que lo componen están ordenados de derecha a izquierda y de arriba abajo para que se lean como se lean se obtenga la misma información.
De izquierda a derecha el mensaje presenta los números del uno al diez, los números atómicos del hidrógeno, el carbono, el nitrógeno, el oxígeno y fósforo, que son los componentes del ADN humano; las fórmulas de los azúcares y bases en los nucleótidos de nuestro genoma; el número de nucleótidos en el ADN y su estructura de doble hélice; la figura de un ser humano y su altura; la población de la Tierra en aquel entonces, una representación del sistema solar y una imagen del radiotelescopio de Arecibo con su diámetro.
Sagan y Drake mandaron su mensaje el 16 de noviembre de 1974 al cúmulo de estrellas M13, un objeto celeste situado a una distancia de unos 25.000 años luz que está formado por unas 400.000 estrellas. Lo hicieron para conmemorar la remodelación del radiotelescopio, ahora en ruinas.
Dado que el posible destinatario del mensaje está a 25.000 años luz de nosotros no es probable recibir una respuesta, como pronto, hasta dentro de 50.000. Lo que hicieron Sagan y Drake fue más una demostración. El mensaje se podía enviar, y sobre todo, se podía diseñar un mensaje que, en teoría, cualquiera podría comprender.
Similar fue la iniciativa del propio Sagan tres años después cuando adosó unos discos de oro al fuselaje de las sondas Voyager con sonidos e imágenes que recogen la diversidad de la vida y la cultura en la Tierra. Desde saludos en cientos de idiomas a cantos de ballenas pasando por piezas musicales como el 'concierto nº2 de Brandemburgo' de Johan Sebastian Bach, o 'Johnny B. Goode' de Chuck Berry.
Ambos discos llevan por nombre 'The Sounds of Earth' y se diseñaron con el objetivo de dar a conocer la existencia de vida en la Tierra a alguna posible forma de vida extraterrestre inteligente que los encontrase y que además tuviera la capacidad de entenderlos y reproducirlos.
El contenido de la grabación fue seleccionado por la NASA y por un comité presidido por Sagan en la Universidad Cornell. A las dos sondas les llevaría unos 40.000 años alcanzar la estrella más cercana al Sol, pero es que, ni siquiera van en esa dirección.
A pesar de que la primera llamada está en tránsito, y de que aún le queda mucho espacio - y tiempo - por recorrer, un equipo internacional de investigadores acaba de presentar un nuevo mensaje que mejora y actualiza al anterior.
Lo han llamado 'Faro en la Galaxia'. También está codificado en binario y se ha actualizado para su transmisión a inteligencias extraterrestres en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Como el de Sagan y Drake incluye conceptos matemáticos y físicos básicos para establecer un medio universal de comunicación e información sobre la composición bioquímica de la vida en la Tierra, la posición del Sistema Solar en la Vía Láctea con marca de tiempo en relación con los cúmulos globulares conocidos, así como representaciones digitalizadas del Sistema Solar y la superficie de la Tierra.
El mensaje, que se ha presentado en el repositorio en línea arXiv, concluye con imágenes digitalizadas de la forma humana, junto con una invitación para que responda cualquier inteligencia receptora.
Como el radiotelescopio de Arecibo ya no existe, los promotores del proyecto han calculado cuándo sería el mejor momento para enviarlo y desde dónde. Se haría desde el radiotelescopio esférico de apertura de quinientos metros (FAST) en China y el conjunto de telescopios Allen del Instituto SETI en el norte de California.
Esta vez la idea no es enviarlo al azar, los astrónomos han identificado una región concreta de la Vía Láctea que su propuesta entiende como la más probable, según los últimos descubrimientos, para que la vida se haya desarrollado. También se ha actualizado la información porque la civilización humana ha cambiado mucho en casi medio siglo.
Los autores del mensaje actualizado, encabezados por Jonathan Jiang, del JPL (Jet Propulsion Laboratory) consideran que estas "nuevas y poderosas balizas (...) pueden llevar el legado de Arecibo al siglo XXI con esta comunicación igualmente bien construida de la civilización tecnológica de la Tierra".
El mensaje está escrito. Queda por ver si se acaba enviando; si alguien lo recibe; si lo entiende; y si contesta. Y en caso de hacerlo... si ha sido, o no, una buena idea.