José Miguel Mulet es claro y directo en sus mensajes. Irónico y provocador. Y la mayoría de las veces, polémico. Pero lo sabe, y no parece importarle si el fin es bueno. En este caso, lo es: defender la ciencia como herramienta para mejorar el medio ambiente y nuestra vida en el planeta. Y a la vez, desmontar lo que llama el "falso ecologismo", porque sus mensajes, dice, carecen de base científica.
“Ecologismo real” se titula el libro que acaba de publicar, el octavo que escribe. Mulet es bioquímico, investigador, catedrático de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia y divulgador científico, tanto en su blog como en las redes sociales. El libro se presenta con el subtítulo de “Todo lo que la ciencia dice que puedes hacer para conservar el planeta y los ecologistas no te dirán nunca”. Con ello empezamos esta entrevista, en la que Mulet advierte: para que ser un ecologista “real” hay que empezar por huir del postureo.
Pregunta: ¿Ciencia y ecologismo son incompatibles?
Respuesta: En la versión popular del ecologismo, sí. Aunque en principio no tendrían por qué serlo. El ecologismo real tiene que tener base científica. Un ejemplo para entenderlo: si tienes un problema de corazón vas al cardiólogo, no te vas a rezar o montas un partido político. Pues esto es lo mismo. La gente que estudia el medio ambiente son científicos, los que hablan de él no lo son. Por ejemplo, a los ecólogos, que son los que estudian los ecosistemas, no les gusta nada que les confundan con los ecologistas, porque no tienen nada que ver. El ecologismo no tiene base científica.
P: Pero entonces, ¿no puede haber científicos ecologistas? Yo conozco a algunos, ¿usted no?
R: La pregunta es: cuando esa persona habla del medio ambiente, ¿lo hace como científico o como ecologista? Porque ahí está la diferencia. Un científico puede tener sus creencias, pero debe hablar siempre desde una base científica, no desde ellas. La diferencia está en si, cuando habla del medio ambiente está hablando en función de datos objetivos o de sus creencias.
Por ejemplo, puedes tener un científico muy bueno pero que sea muy creyente y que te diga que la carne de cerdo es perjudicial para la salud… pues mire, no. Muchos de los argumentos que se utilizan en el discurso ecologista no tienen base científica, y en ese caso ya no se puede hablar de ecologismo sino de una ideología.
P: El libro comienza hablando de “apocalipsis que no fueron tales”. Y explica los efectos devastadores del cambio climático, de origen natural, a los que nos enfrentamos. “El planeta se está calentando por muchos factores y no todos son de origen humano”. No es lo que dicen los ecologistas.
R: Porque el discurso ecologista, para venderlo mejor, a veces es muy catastrofista, y centra la culpa en el ciudadano de a pie. "Tú tienes la culpa de todo y yo te vendo la solución". Me recuerda mucho al discurso religioso. Pero resulta que la mayoría de las grandes catástrofes que han azotado el planeta han sido por causas naturales, no de origen humano. Como un choque de meteoritos, por ejemplo. El planeta es frágil y en cualquier momento puede venir una catástrofe y llevarnos por delante, pero no tiene que ser necesariamente de origen humano.
P: Pero los ecologistas también recurren a argumentos científicos en su discurso. Por ejemplo, con el cambio climático, sus argumentos para alertar sobre el calentamiento son los informes del IPCC, que son científicos.
R: Bueno, eso ahora. Porque hace veinte años, cuando eran los científicos los que advertían sobre el CO2, ellos no lo veían. Ahora, al menos, señalan el problema correcto, pero tardaron en verlo. Los científicos son siempre los primeros que alertan en estos casos. Como con los peligros de los CFC y la capa de ozono, por ejemplo. Los ecologistas se apuntan la medalla de que fueron los primeros en alertar. Y no. Otra cosa es que ellos asimilaran el mensaje y lo hicieran suyo.
P: Dice en el libro que falla la base científica de buena parte de las propuestas ecologistas y de los partidos verdes, y que, de aplicarlas, los resultados pueden ser nefastos para los ecosistemas. Póngame algún ejemplo…
R: Alemania prohíbe la energía nuclear, y lo hace de un día para otro, sin un plan de transición ni nada. ¿Cuál es la consecuencia? Que ha aumentado las emisiones de CO2 por habitante. Porque, ahora mismo, la energía le viene principalmente del gas ruso, y está emitiendo CO2 a punta pala. Porque tú puedes decir que la nuclear no vale para nada, pero otra cosa es la realidad. Alemania ha cerrado las nucleares y ahora está consumiendo gas y carbón. ¿Qué ha mejorado para el medio ambiente?
Te pongo otro ejemplo, el tema de los transgénicos. En Europa se prohíben, no podemos sembrarlos, pero no se prohíbe la importación, así que los estamos importando cada vez más. De Argentina, por ejemplo. Al final tienes transgénicos y, además, estás aumentando muchísimo la huella de carbono.
P: Usted se presenta como un científico sin ideología, que sólo habla de ciencia, sin sesgo ideológico ni político. Pero el movimiento ecologista sí parece tenerlo. Los ecologistas, en general, comulgan más con la izquierda.
R: No, no, eso es falso. Los primeros partidos ecologistas que hubo en España, en la Transición, acabaron integrándose en Alianza Popular y en el CDS. Las primeras leyes ambientales y los primeros movimientos ecologistas están vinculados a la Alemania nazi. La alianza del ecologismo con la izquierda es muy reciente, de los años 80.
Actualmente sí es cierto que están asociados más a la izquierda, pero es un matrimonio de conveniencia. Y el ecologismo, además, solo se da en las sociedades ricas. En un país pobre no te preocupas por el medio ambiente, ahí no hay ecologistas. La alianza con la izquierda del movimiento ecologista es el resultado de que vivimos en una sociedad opulenta. Con la nevera llena te puedes dedicar a salvar el planeta, pero si no… Los ecologistas son de izquierdas por coyuntura.
P: El ecologismo como opción política es “un mito, un error de base”, advierte. Usted contrapone el ecologismo político con el ecologismo real. Pero algunos dirán que el ecologismo, o es político o no es.
R: Pues me parece fatal. ¿Qué pasa, que sólo se preocupa por el medio ambiente ese partido y los demás no? Es como si haces un partido de la agricultura o la educación. Decir que solo se preocupan por el medio ambiente los ecologistas es absurdo.
La preocupación por el medio ambiente y el ecologismo debe ser una preocupación de todos los partidos, tengan la ideología que tengan. Yo lo que digo es que los partidos, todos, deben ser ecologistas.
P: En ese sentido, ¿qué le parece la apuesta por el medio ambiente del actual Ministerio de Transición Ecológica creado por Pedro Sánchez?
R: Pues depende, unas cosas me gustan y otras no. Si se hacen cosas con base científica está bien. ¿Cosas que me han gustado? Pues, por ejemplo, que han hecho una ley para facilitar el uso de plantas transgénicas en investigación. ¿Cosas que no? Que cuando Pedro Sánchez buscaba apoyos para la investidura se reunió con todas las organizaciones ecologistas. ¿Por qué no se reunió con los científicos?
P: Volviendo al libro, otra cita: “Si de verdad quieres conservar el planeta, este libro vale más que mil pancartas. Ser ecologista de verdad y huir del postureo es más fácil de lo que pensamos con ayuda de la ciencia”. Póngame ejemplos de ese postureo ecologista…
R: Muy fácil. ¿Tú has visto alguna manifestación de Greenpeace con pancartas que digan “No a los transgénicos”? Pues si le hiciéramos caso a esa pancarta, ahora mismo no tendríamos vacuna contra la covid, porque se ha hecho utilizando la misma tecnología que con los transgénicos.
Lo que hago en el libro es destapar las muchísimas contradicciones que tiene el movimiento ecologista. Empezando por un error de base: el de que el ecologismo es un movimiento político. En el momento en que la protección del medio ambiente se convierte en un tema político, y no científico, la hemos fastidiado.
P: Dice que el "falso" ecologismo promueve el vehículo eléctrico, y el "real", el transporte público. Pero las organizaciones ecologistas también abogan por priorizar el transporte público.
R: Si es así, me parece genial, y en eso voy a apoyarles siempre. Yo no estoy cogiendo un folleto de Greenpeace y desmontándolo, no es esa la idea del libro. Yo lo que explico es que el coche eléctrico, a día de hoy, no es ecológico, porque la energía que se usa para cargar esa batería proviene de fuentes fósiles, para empezar. Si ellos también lo dicen, estoy de acuerdo con ellos en ese punto.
P: Usted explica que el coche se ha convertido en “uno más en la familia”, por motivos más emocionales que racionales. Y en las críticas que hace al uso del coche, su discurso me recuerda mucho, de nuevo, al de los ecologistas.
R: Yo he escrito un libro en base a la ciencia. Pero en algunas cosas podemos coincidir. Ojala coincidiéramos más.
P: Hay otro tema, el de la alimentación, en el que dice que el ecologismo "real" es el que promueve la alimentación de proximidad, y no lo “ecológico”. Los grupos ecologistas también defienden esa alimentación de proximidad.
R: Bueno, pero aquí mezclan mucho, cuidado. Porque también tienes a Ecologistas en Acción haciendo cursos de capacitación de agricultura ecológica que te dicen que uses acupuntura y homeopatía para la ganadería, por ejemplo. Si coges un folleto de agricultura ecológica y te dice eso, que yo lo he visto, ¿tú qué opinas? Si ves el global de lo que dicen, no hay por dónde cogerlo. Si la promueven, pero a la vez que dicen cosas como esa, o que los transgénicos son malos, o que la comida está llena de pesticidas… pues no.
P: Usted dice que el ecologismo “real” es el que apuesta por las energías renovables y la nuclear. Nada que ver con el discurso ecologista antinuclear.
R: Podemos estar de acuerdo en que hay que utilizar renovables, y desarrollarlas, pero el problema es que siempre van a necesitar un apoyo de otra fuente energética que sea continua. No puedes depender de que haya más o menos viento. Ellos dicen que con renovables se soluciona todo, y cualquier científico te dice que eso es absurdo.
Las renovables pueden ser la base del sistema (que no lo son actualmente), pero nunca van a ser la única fuente. Al menos, una renovable tipo solar o eólica, en las que tienes que depender del viento o del sol. Necesitas una cierta seguridad. Porque si no, imagínate cuando hay picos de demanda (en Navidad o en las olas de calor), en esos momentos tienes que ser capaz de responder a esa demanda, no puedes esperar a que haya más viento. Y con la solar habría que preguntarse, para empezar: ¿hay suficiente suelo para la energía por superficie que te da una placa solar?
P: El libro plantea que “lo mejor para el planeta y el medio ambiente es vivir en una ciudad, cerca del trabajo, del supermercado y del colegio”. Pero esto es difícil, la gran mayoría de la población no puede permitírselo.
R: Yo lo hago, pero entiendo que soy un afortunado. En el libro te digo cuál es la situación ideal. Y te explico por qué. Pero a la vez incido en que esto no es algo que puedas elegir, o pasa o no pasa.
P: Y las vacaciones, ¿en Benidorm? Esto sí que resulta chocante, cuando menos. En el libro contrapone Benidorm al agroturismo y sale ganando Benidorm. ¿Por qué?
R: En Benidorm estás en el hotel, vas andando a la playa, y ya. Se construye en vertical, no tienes que hacer canalizaciones muy largas ni tomas de energía muy complejas. Estando de acuerdo en que a mí, que soy de Denia, no me gusta tanto ladrillo cerca del mar... Pero si construyes chalés, en vez de esas torres, resulta que ocupas más espacio natural y gastas más energía y más dinero en llevar luz y agua a esas instalaciones.
Con los agroturismos, el problema es que, cuando vas, en general hay pocos servicios. Y normalmente, haces rutas en coche. Ese tráfico no es lo más recomendable en esos entornos, y además quemas gasolina. Lo mejor para el medio ambiente es ir a sitios donde no vayas a moverte mucho, o hacer turismo cultural en ciudades, que ya cuentan con todos los servicios.
P: ¿Mejor que ir al campo?
R: En relación con el campo, el discurso ecologista no tiene sentido. En España, por ejemplo, ahora se están haciendo proyectos de granjas a nivel industrial para competir con las europeas y las americanas, y los ecologistas se oponen porque dicen que contaminan. Eso es imposible. Tú no puedes hacer un proyecto industrial contaminando, porque tienes que pasar una evaluación ambiental muy estricta.
Ellos quieren que el campo se quede como está, es decir, vacío. Han convertido el campo en una Disneylandia agroecológica para los urbanitas el fin de semana. Están convirtiendo el campo en un parque temático.
P: En el libro habla del “Greenwashing” como uno de los “timos verdes”. Explíquenos qué es.
R: Es un término acuñado en los años 80 por un naturalista. Se refiere a cuando das una imagen de que algo es ecológico, pero realmente no lo es. Por ejemplo, un banco que te dice que compensa sus emisiones plantando árboles, y luego resulta que esos árboles no existen. Es una estafa.
Es como cuando te vendían una enciclopedia, porque si no, tus hijos iban a suspender en el colegio ¿Quién quiere que sus hijos suspendan? Pues ahora es lo mismo, pero apelan a tu conciencia ambiental. ¿Y quién quiere hacer daño al medio ambiente? Nadie. El problema es que ése “algo” que te venden no hace nada, es un camelo.
P: Usted es muy activo en las redes sociales. ¿Qué le parece el papel que ha jugado la ciencia durante la pandemia? Este año ha ganado mucho terreno, hay más y mejor divulgación científica que nunca.
R: Estoy de acuerdo en que se ha hecho muy buena divulgación, pero el español medio sigue pensando que el referente en la covid es Iker Jiménez. A partir de ahí, ¿qué quieres que te diga?
P: Me refería más a los bulos, a la cantidad de ellos que circulaban al comienzo de la pandemia, y a que, ahora mismo, apenas se difunden.
R: Sí, eso se frenó un poco, pero desaparecer por completo no creo que hayan desaparecido. La gente se ha mareado, porque le ha llegado demasiada información. Yo mismo, al principio, pensaba que esto iba a ser como el SARS de 2002 y, obviamente, me equivoqué. Desde entonces intenté filtrar y difundir información seria. Y sí creo que ha ganado la ciencia, un poco. Ojalá la gente se haya interesado más por buscar mucha información científica, y que esto siga... Pero a mí todavía me siguen llegando muchos bulos, muchos mensajes que no hay por dónde cogerlos.
P: ¿Algún mensaje positivo para acabar?
R: Claro. Que, ahora mismo, el medio ambiente es mejor que hace cien años, y lo es gracias a la ciencia y a la tecnología. Cada vez es más fácil proteger el medio ambiente. Todavía queda mucho por hacer, pero hay cosas que se están haciendo bien.
P: ¿No hay que temer un apocalipsis entonces?
R: Hay que estar preocupados y concienciados, pero no vender el apocalipsis. Hay que ver lo que puede hacer cada uno para mejorar el planeta, porque, cuando lo haces, también será mejor para la economía y para tu salud.