A principios del mes de julio, la Consellería de Agricultura, Pesca y Alimentación de las Islas Baleares confirmó la existencia de un brote de enfermedad de la lengua azul en la isla de Mallorca. Las muestras que han dado positivo provienen de un ejemplar vacuno que estaba destinado al consumo de carne y que procedía de una explotación ganadera de Pollença.
La enfermedad de la lengua azul es una enfermedad infecciosa de origen vírico ocasionada por el virus de la lengua azul (vLA), el cual es transmitido principalmente por picaduras de mosquitos del género Culicoides. El virus tiene capacidad de afectar a diferentes especies de rumiantes, tanto domésticos como silvestres entre los que destacan vacas, cabras, antílopes, camélidos y cérvidos, aunque especialmente afecta a las ovejas que son altamente susceptibles, pudiendo alcanzar la morbilidad hasta el 100%. La mortalidad media es de entre el 2% y el 30% pero puede llegar al 70%.
Por fortuna, a priori la enfermedad no es contagiosa para los seres humanos y no existe riesgo de infección por el consumo de carne o leche de animales positivos. A pesar de ello, la enfermedad de la lengua azul está considerada de reemergencia a nivel mundial por el gran impacto económico que causa.
Los brotes de lengua azul pueden originar pérdidas de millones de euros debido al impacto en la salud del ganado y a la pérdida de mercados pues existen restricciones estrictas al movimiento de animales para limitar la propagación de la enfermedad. El impacto en la economía ganadera de las regiones afectadas es muy severo.
En el caso de las poblaciones de ovejas, las pérdidas pueden ser catastróficas porque en rebaños susceptibles la mortandad puede incluso alcanzar el 100%, a lo que hay que sumar otras pérdidas causadas por la morbilidad y por la necesidad de proveer atención médica a los animales enfermos. Las pérdidas económicas asociadas con la morbilidad incluyen pérdida de peso, reducción en la producción de leche y lana, abortos, y los gastos veterinarios relacionados.
Se estima que el brote de lengua azul surgido en Francia en el año 2007 supuso un coste aproximado de 1.200 millones de euros, principalmente como consecuencia de la inestabilidad del ganado francés en los mercados internacionales. En los Estados Unidos de América las pérdidas habituales originadas por la enfermedad rondan los 130 millones de euros cada año.
La lengua azul fue descrita por primera vez en Sudáfrica en 1902 y durante mucho tiempo se pensó que estaba restringida al continente africano, pero en 1943 fue referida en Chipre y desde ese momento el virus se diseminó por el mediterráneo y otras regiones y continentes como los Estados Unidos de América y Australia.
Es posible que el cambio climático haya favorecido la capacidad de adaptación de los mosquitos vectores a las condiciones climáticas europeas, facilitando la expansión del virus por el norte de Europa. La enfermedad recibe este nombre por su característica más destacada que es que la lengua del animal afectado se vuelve azul, una patología denominada cianosis de la lengua.
El virus también provoca fiebre alta, exceso de salivación, hinchazón en la cabeza y el cuello y desarrollo de erosiones y ulceraciones y lesiones hiperémico-hemorrágicas en la musculatura, las pezuñas o la mucosa bucal que suelen comprometer la vida del animal. También puede producir abortos y malformaciones fetales en las hembras gestantes.
En los bovinos la tasa de infección es con frecuencia más alta que en los ovinos y la presencia y la gravedad de los signos clínicos varían según la cepa vírica. Hasta la fecha se han descrito 24 serotipos, pero se considera que puede haber más de 30 posibles.
La consellería balear ha confirmado la presencia del serotipo 4 de lengua azul en la isla de Mallorca y también ha manifestado que es pertinente establecer la emergencia para el resto de las islas del archipiélago. Por esta razón, se ha iniciado el protocolo de empleo de vacunas, ya que la vacunación es obligatoria frente al serotipo 4 para todos los animales ovinos y bovinos mayores de tres meses.
El control de los insectos también es importante para limitar la propagación de la enfermedad y la desinfección con hipoclorito de sodio o hidróxido de sodio al 3% es efectiva. Aunque el virus no infecta a los equinos, los caballos y los establos deben ser considerados en cualquier esquema de control, ya que los Culicoides se alimentan de sangre de caballos y los sitios de acumulación de estiércol son ideales para reproducción de estos vectores.
Hace algunos meses, en noviembre de 2020, un brote de la enfermedad de la lengua azul detectado en el municipio pirenaico del Broto, y que procedía de Francia, obligó a vacunar a más de 150.000 animales de las explotaciones situadas en un radio de 50 kilómetros, lo que demuestra la preocupación que causa la aparición de esta enfermedad.