Chris Mason, genetista y profesor asociado de fisiología y biofísica de la Universidad Weill Cornell en Nueva York, ha investigado los efectos genéticos de los vuelos espaciales y cómo los humanos podríamos expandir nuestra especie en el sistema solar. Según el científico, una de las formas más extrañas y revolucionarias en las que podríamos proteger a los futuros astronautas en misiones a lugares como Marte conllevaría combinar nuestro ADN con el de los tardígrados, esas diminutas criaturas que pueden sobrevivir a las condiciones más extremas.
Mason dirigió uno de los diez equipos de investigadores que la NASA eligió para estudiar a los astronautas gemelos Mark y Scott Kelly .Después de su lanzamiento en 2015, Scott Kelly pasó casi un año a bordo de la Estación Espacial Internacional, mientras que su hermano gemelo, Mark Kelly, se quedó en la Tierra. Al comparar cómo reaccionaron biológicamente a entornos muy diferentes durante ese tiempo, los científicos intentaron aprender más sobre cómo las misiones de larga duración afectan el cuerpo humano.
Al estudiar específicamente cómo evolucionan ciertos genes durante las diferentes etapas de los vuelos espaciales (incluido el intenso retorno a la Tierra), estas investigaciones podrían respaldar esfuerzos futuros para mitigar los peligros de los vuelos espaciales, afirma Mason. En su opinión, a los astronautas del futuro se les podría recetar medicamentos u otras herramientas para ayudar a mitigar los efectos que han descubierto con esta investigación. Sin embargo, nuevos estudios están indagando en cómo herramientas como la edición genética podrían hacer que los humanos sean capaces de viajar más lejos en el espacio e incluso a planetas como Marte.
Una de las principales preocupaciones sanitarias de los viajes espaciales es la exposición a la radiación. Si los científicos pudieran encontrar una manera de hacer que las células humanas sean más resistentes a los efectos de la radiación, los astronautas podrían permanecer sanos durante más tiempo en el espacio. Teóricamente, este tipo de tecnología también podría usarse para combatir los efectos de la radiación en las células sanas durante los tratamientos contra el cáncer en la Tierra, anota Mason.
Sin embargo, la idea de jugar con genes humanos es controvertida. Mason enfatiza que probablemente transcurran décadas de investigación completa antes de que este tipo de ciencia se aplique a los humanos. Pero, ¿qué significa diseñar genéticamente a una persona para sobrevivir mejor en el espacio o en otro planeta? Hay múltiples enfoques posibles.
Una forma en que los científicos podrían alterar a los astronautas es a través de la ingeniería epigenética, lo que esencialmente significa que "activarían o desactivarían" la expresión de genes específicos, explica Mason. Y, aún más radical, ya se está explorando cómo combinar el ADN de otras especies, como los tardígrados, con células humanas para hacerlas más resistentes a los efectos nocivos de los vuelos espaciales, como la radiación.
Este concepto revolucionario fue explorado en un artículo de 2016, y Mason y su equipo apuntan a construir sobre esa investigación para ver si, al usar el ADN de tardígrados ultrarresistentes, podrían proteger a los astronautas de los efectos nocivos del vuelo espacial. La edición genética de humanos para viajes espaciales probablemente sea parte de los cambios naturales en la fisiología humana que podrían ocurrir después de vivir en Marte durante varios años, dijo Mason. "No es si evolucionamos; es cuándo evolucionamos", agrega.
Si bien se espera que el cuerpo humano cambia o evolucione a medida que nuestra especie se expanda fuera de la Tierra, hay una manera de hacer esta ciencia de manera responsable, sostiene Mason. La ingeniería genética de los humanos podría ser ética si hace que las personas sean capaces de habitar Marte de manera segura sin interferir con su capacidad de vivir en la Tierra, finaliza Mason.