Bob y Doug han vuelto a casa. Son los primeros en viajar en el Crew Dragon de SpaceX que, según la NASA, ha marcado “una nueva era en el vuelo espacial humano”. Tras 62 días a bordo de la Estación Espacial Internacional y más de mil órbitas alrededor de la Tierra, la siguiente parada será la Luna, pero antes los ingenieros de la empresa de Elon Musk tendrán que mejorar algunos aspectos. Estos han sido los imprevistos y problemas de la nave en su aterrizaje en la costa de Pensacola, Florida.
Que ha sido un éxito, es innegable, pero no hay que olvidar que el Crew Dragon era un ‘demo’, la prueba antes del gran lanzamiento. La idea de SpaceX es explorar la Luna y Marte en un futuro no muy lejano, y para ello tenían, entre otras cosas, que probar el ‘splashdown’, es decir, el aterrizaje en el agua o, para ser más fieles a la traducción, el ‘chapuzón’.
Para ello, utilizaron varios paracaídas que fueron probados alrededor de un centenar de veces. A día de hoy podemos decir que los paracaídas usados por SpaceX son de los más seguros construidos nunca. Primero se despliegan dos ‘estabilizadores’, para ir frenando la nave a unos 5.500 metros de altitud después de que la atmósfera ya lo haya hecho hasta unos 550 km/hora. También sirven para orientarlo hacia el lugar de aterrizaje. Cuando quedan apenas tres minutos para el ‘splashdown’, a unos 190 km/hora sobre el mar, es el momento de abrir los paracaídas principales, que son cuatro. Esto ralentiza la Crew Dragon a la velocidad de unos 7 metros por segundo que será a la que se sumerja finalmente.
Hasta ahí todo perfecto, prueba superada para SpaceX. Lo que viene después es la recuperación de la tripulación, y aquí tuvo algunos problemas menores que buscará solventar en la siguiente ocasión. No fue fácil abrir la puerta de la cápsula. A las 4 de la tarde del domingo los equipos abrieron la escotilla después de al menos 40 minutos desde fuera con la ayuda de los astronautas que permanecían dentro, todavía con el mareo que supone caer en el agua.
Esto se debió sobre todo por un imprevisto que ha reconocido como mejorable el administrador de la NASA Jim Bridenstine: la aproximación a la nave recién aterrizada de un montón de botes privados. “Eso no era lo que estábamos anticipando", decía en una sesión informativa posterior al ‘chapuzón’, “necesitamos hacer un mejor trabajo la próxima vez”, agregó.
Por suerte la Guardia Costera de EEUU despejó la zona de aterrizaje, en el Golfo de México, antes de caer el Crew Dragon, y el aterrizaje en sí no tuvo problemas. No obstante antes de llegar el equipo de recuperación de SpaceX (Go Navigator) ya estaban ahí los yates privados, obstaculizando. ”Esos botes fueron en línea recta hacia ella", concluyó Bridenstine, uno de ellos con una bandera azul en apoyo al presidente Donald Trump, según se ve en las imágenes.