Los incendios de Siberia ya son del tamaño de Dinamarca: así van a impactar en el clima mundial
Ecologistas sostienen que es una catástrofe "imposible de detener por medios humanos"
El planeta está ardiendo. Las temperaturas crecientes y periodos más largos de sequía son el caldo de cultivo perfecto para los megaincencios, cada vez más frecuentes a lo largo y ancho del globo que, si bien suelen tener un origen humano, su propagación es más sencilla con la situación de emergencia climática que estamos sufriendo. El último se ha situado en Siberia, donde desde hace semanas las llamas avanzan imparables devorando el bosque de taiga. Ya llevan más de 4,3 millones de hectáreas –una extensión más grande que Dinamarca–, que se suman a las 13,1 millones calcinadas en todo el año.
Los expertos insisten en que esto no es solo una tragedia para los ecosistemas polares, sino que afectarán al clima del resto del planeta. Las razones son varias:
- La extensión del terreno es tal que ya se han emitido, según cálculos de Greenpeace, más de 166 millones de toneladas de CO(2) a la atmósfera. Es mucho: casi lo mismo que 36 millones de coches al año.
- Los bosques siberianos son más peligrosos que el resto: al ubicarse en una región cercana al círculo polar ártico, producen carbono negro (derivado del hollín) que a través de los vientos acaba en el hielo del Ártico. Ahí se acelera la fusión de nieve y hielo, y se reduce la cantidad de albedo, que es básicamente la superficie capaz de reflectar la radiación procedente del sol.
- La destrucción de la capa de permafrost debido a los sedimentos de hollín también tiene consecuencias en la liberación de CO(2), pues es bajo esta capa de hielo donde se ha almacenado durante años los gases que producen la crisis climática. Al liberarlos, están sacando a la luz cantidades extra de dióxido de carbono a la atmósfera con las que no contábamos.
- La destrucción de los árboles impide que estos secuestren carbono y por tanto no ayudan a mitigar el cambio climático.
Por esto y por el daño ecológico que le está haciendo al país las organizaciones ecologistas están pidiendo a las autoridades rusas que se declare como catástrofe climática, aunque reconocen que no va a ser fácil de apaciguar: "Estos incendios deberían haberse extinguido al principio. Ahora se han convertido en una catástrofe climática que no se puede detener por medios humanos", indica Mónica Parrilla, responsable de la campaña de Incendios de Greenpeace España.