Las proyecciones de un aumento extremo del nivel del mar hacen temer que, para 2050, las ciudades más grandes del mundo podrían estar expuestas a inundaciones catastróficas. Por ello, un grupo de arquitectos ha diseñado la que podría ser la primera ciudad flotante, con capacidad para albergar a unas 10.000 personas.
Aproximadamente 600 millones de personas viven en zonas costeras de baja elevación en el mundo. No obstante, el número de personas expuestas a inundaciones costeras aumentará considerablemente en el siglo XXI por el cambio climático.
Para el archipiélago de las Maldivas, por ejemplo, un aumento de la temperatura global de 2 grados sobre la media preindustrial significaría la desaparición de sus 1.200 islas, que se encuentran tan solo un metro y medio sobre el nivel del mar.
El futuro también es bastante sombrío para los 10 millones de habitantes de Yakarta, la capital de Indonesia. La ciudad se está hundiendo, y lo está haciendo a un ritmo muy rápido, entre un centímetro al año y 20 centímetros en las zonas más expuestas. En su caso, el desarrollo desenfrenado y una excesiva explotación de los acuíferos son responsables del hundimiento, pero el cambio climático obliga a pisar el acelerador en la búsqueda de soluciones, entre las que se propone el traspaso de la capital indonesia.
Algo similar a lo de Yakarta ocurre también en Ciudad de México, que se hunde una media de 50 cm al año desde al menos 1950.
Para hacer frente al enorme reto del aumento del nivel del mar en el futuro, el estudio de arquitectura Bjarke Ingels Group ha presentado un modelo de “metrópolis marítima” para refugiar a los millones de personas que se verían afectadas por esta consecuencia del cambio climático.
La ciudad flotante, llamada Oceanix City, albergaría comunidades autosuficientes con capacidad para unos 300 habitantes cada una, “canalizando flujos de energía, agua, alimentos y desechos”, explica la compañía en un comunicado. Cada vecindario se compondría de construcciones por debajo de los 7 pisos, para garantizar un centro de gravedad bajo que permita resistir el viento, y tendría tanto infraestructura para vivir como para trabajar.
Cada edificio, explican los arquitectos, “se abre en abanico a los espacios internos auto-sombreados, brindando comodidad y menores costos de enfriamiento mientras maximiza el área del techo para la captura solar”. “La agricultura comunal”, añaden, será el corazón de cada plataforma.
Algunos vecindarios serían más grandes, con unas 12 hectáreas y capacidad para alojar a 1650 residentes.
En Copenhague, la misma startup (BIG) propone algo parecido para responder a la escasez de viviendas asequibles. El proyecto Urban Rigger sugiere usar el área sin desarrollar más grande del centro de la ciudad para dar alojamiento a jóvenes estudiantes: el puerto. La empresa ha presentado ya el primer prototipo de casas contenedor.
Cada vez surgen más iniciativas como estas para dar solución al riesgo real de los océanos en un futuro próximo. Otras empresas que también están diseñando sus propios prototipos son la firma de arquitectos británica Grimshaw -cuyo diseño de vivienda flotante consta de un marco de hormigón y vidrio, que se asienta sobre una estructura flotante de pontones-, o los arquitectos de Baca, en asociación con el fabricante Floating Homes -que propone construir estructuras resistentes a las inundaciones en muelles, canales y otras vías fluviales-.