Expertos de la británica Universidad de Cambridge han asegurado que la vacuna MMR, que generalmente se administra a todos los bebés de nueve meses de edad, podría ser la razón por la cual los pequeños no se ven tan gravemente afectados por el coronavirus.
Han descubierto que las proteínas clave en los virus de sarampión, paperas y rubéola tienen alguna similitud inesperada con ciertas proteínas en el virus que está causando una enorme pandemia mundial. Su revelación se produce cuando los ensayos comienzan a ver si la inyección de BCG, administrada a muchos británicos para prevenir la tuberculosis, también puede proteger contra el COVID-19.
Los científicos de Cambridge descubrieron que la "proteína espiga" del coronavirus es un 20% comparable a la "proteína de fusión" del sarampión. No se sabe si esto está lo suficientemente cerca como para generar una respuesta inmune de reacción cruzada, pero es probable que este sea el foco de futuras investigaciones.
Los científicos reiteraron que se necesitan estudios detallados en grandes poblaciones humanas para determinar si la vacuna MMR puede reducir la gravedad del COVID-19. La MMR es una vacuna combinada segura y efectiva que normalmente se usa para proteger contra tres enfermedades separadas: sarampión, paperas y rubéola, en una sola inyección.
El curso completo de la vacuna MMR requiere dos dosis, una que se administra al año de edad y otra, alrededor de los tres años y cuatro meses. El 95% de los niños de cinco años recibieron la primera inyección, objetivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero sólo el 87,4% accedieron a la segunda toma.
A principios de este mes, los expertos revelaron que esta caída en la absorción ha puesto al Reino Unido en riesgo de una epidemia de sarampión durante el brote de coronavirus. UNICEF ha estimado que 117 millones de jóvenes en 37 países podrían no vacunarse, ya que el COVID-19 fuerza el distanciamiento social y acumula presión sobre los servicios de salud.
Además, muchos adultos jóvenes nacidos a finales de los años 90 y principios de la década de 2000 se perdieron la vacuna MMR cuando eran niños. Esto se debe a que en 1998 el médico británico Andrew Wakefield se convirtió en noticia en todo el mundo al afirmar que había un vínculo entre la vacuna MMR y el autismo. Esta teoría fue declarada como fraudulenta en 2011 por 'British Medial Journal', revista publicada semanalmente en Reino Unido por la Asociación Médica Británica.
Actualmente se están investigando 115 posibles vacunas para intentar dar con una que sea eficaz para hacer frente al coronavirus. Una de las que se está probando es la vacuna Bacillus Calmette-Guérin (BCG), que se desarrolló hace un siglo para aumentar la inmunidad a la tuberculosis, una infección bacteriana pulmonar. Los investigadores creen que la vacuna podría proteger a millones de personas, por lo que se llevarán a cabo ensayos en cuatro países.