El estudio, publicado en la revista de Harvard, analiza la felicidad a lo largo de nuestra vida. Los investigadores estudiaron su salud y la vida más amplia de los participantes, incluyendo aspectos como el éxito de sus carreras y matrimonios.
"El sorprendente hallazgo es que nuestras relaciones y lo felices que somos en ellas tienen una influencia poderosa en nuestra salud", dijo Robert Waldinger, director del estudio, psiquiatra del Hospital General de Massachusetts y profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard.
La importancia de cuidar las relaciones cercanas tiene múltiples beneficios para la salud. Los datos demostraron que los buenos amigos protegían a las personas de la decadencia mental y física, y daban una idea de su coeficiente de inteligencia o genes. "Las buenas relaciones no solo protegen nuestros cuerpos; protegen nuestros cerebros ", afirma Waldinger.
Los requisitos para una felicidad duradera
Para que una relación se considere buena, no tienen que ser fluidas todo el tiempo. Vivir en medio del conflicto es malo para la salud, pero siempre y cuando las parejas sintieran que realmente podían contar con la otra, las discusiones no pasaban factura a sus recuerdos.
Los investigadores aseguran que las relaciones sociales nos hacen más felices y saludables. Por contra, experimentar la soledad resulta tóxico. Aislarse afecta a las funciones cerebrales, que tienen más tendencia a caer rápidamente. Por ejemplo, las mujeres que estaban más unidas a sus parejas tenían menos probabilidades de sentirse deprimidas, según informaba en una conferencia publicada en Youtube.
La gestión de las emociones
El estudio descubre que existe un vínculo que se produce en la gestión de las emociones y las habilidades interpersonales. El Dr. Waldinger explicó: "Nuestro estudio muestra que las influencias de las experiencias de la infancia pueden demostrarse incluso cuando las personas alcanzan los 80 años, prediciendo cuán felices y seguros están en sus matrimonios como octogenarios.
Las personas que estaban más satisfechas en sus relaciones a los 50 años eran las más saludables a los 80 años. Es más, si el entorno familiar es enriquecedor, también hay más probabilidades de tener relaciones seguras.