Aunque parezca lo contrario, las imágenes a las que nos vamos a referir no fueron tomadas con ningún filtro. La región de Jambi, en Indonesia, amanecía este fin de semana con un cielo de un rojo intenso más propio de película de ficción. Lo que parecía un escenario propio del fin del mundo no es más que otra de las graves consecuencias del fuego que arrasa el país asiático desde hace semanas. La neblina se está extendiendo poco a poco a otras zonas del país y se teme que pondrá en peligro la salud de sus residentes. Te contamos a qué se debe su tono rojizo.
Indonesia lleva ardiendo semanas y las consecuencias de las llamas cada vez son más extremas. La quema de bosques nativos es una práctica que se repite cada año para limpiar de vegetación el terreno con el objetivo de ampliar las plantaciones de aceite de palma. Además, con la cada vez más frecuente tala de árboles, el suelo queda expuesto a un mayor riesgo durante la temporada de incendios, que suele producirse entre agosto y octubre.
A estas alturas, el humo ha recorrido más de mil kilómetros y la contaminación del aire afecta incluso a Malasia y Singapur, donde se ha tenido que desalojar a residentes y se han cancelado clases escolares. Pero, ¿qué ha pasado este fin de semana? ¿Por qué hemos visto el cielo rojo?
*Imagen: Tomada el 11 de septiembre desde el satélite Suomi NPP de la NASA/NOAA
La carretera se tornó invisible bajo el color de la sangre y muchos conductores no tardaron en caer en la cuenta de que algo tenía que ver con los incendios que engullen Indonesia. La explicación responde a un fenómeno denominado 'dispersión de Rayleigh', según ha informado la Agencia de Climatología, Meteorología y Geofísica de Indonesia (BMKG). El razonamiento es el mismo que resuelve por qué el cielo adquiere diferentes tonos en determinados momentos.
Los rayos del sol no son otra cosa que ondas, unas más cortas –azules y violetas– y otras más largas –rojas y naranjas–. En el espectro caben todos los colores del arcoíris pero, al penetrar en la atmósfera terrestre, el popurrí de gases y partículas que la componen actúan como espejos, reflejando unos u otros rayos.
Generalmente vemos el cielo azul porque las partículas que mencionamos lo reflejan hacia todas partes y, a su vez, nuevas partículas hacen lo propio una y otra vez. Lo mismo ocurre con las ondas violetas, pero el ojo humano es más sensible al azul.
En cuanto a las ondas más alargadas, estas atraviesan las partículas de la atmósfera sin dispersarse, como sí hacen las cortas. En tu día a día, no obstante, sueles ver el cielo anaranjado o rojizo durante el ocaso, ¿por qué? Porque al ponerse el sol sobre el horizonte, y no en lo alto del cielo, las ondas más largas son las que prosperan. Las azules y violetas, en cambio, se pierden en el camino sin nada que las refleje.
*Imagen: Espectro electromagnético de los rayos solares visibles / Aemetblog
La nube de humo densa que cubre el sudeste asiático ha alcanzado mucha altura en la atmósfera, de manera que está filtrando los rayos solares en el momento en que inciden. Los azules se quedan en el camino, mientras que los rojos -con una longitud mayor que las partículas del humo- invaden el aire sobre la superficie.
El profesor Koh Tieh Yong, de la Universidad de Ciencias Sociales de Singapur, explicó a 'BBC Indonesia' que las partículas del humo son mucho más grandes en "situaciones como esta, y que filtran el paso de los tonos azules de la luz del sol, mientras permiten el paso de los tonos rojizos. Es por eso que vemos más rojo que azul".