Los tiempos cambian a velocidad de vértigo y sin duda la era digital y la generalización del uso de Internet han supuesto un importante avance para todos. Sin embargo, todas estas herramientas entrañan nuevos peligros. Los delincuentes traspasan cada vez más la barrera de lo tangible, a medida que, como usuarios, nos acostumbramos a confiar en interacciones en las que, en realidad, no sabemos quién se encuentra detrás. Esa pérdida de respeto o miedo al entorno digital puede salirnos muy cara si decidimos confiar en cualquier persona que se ponga en contacto con nosotros. ¿Cuáles son los ciberdelitos más comunes? ¿Qué tipo de delitos se comenten más en Internet?
Una de las claves para entender el mundo de los delitos es que normalmente la realidad suele cambiar mucho más rápido que la ley: son las normas las que, poco a poco, se van adaptando a las nuevas actividades censurables que ‘inventan’ los delincuentes, y el entorno de Internet no es una excepción. De hecho, la web es un espacio perfecto para delinquir, ya que las suplantaciones de identidad o los perfiles falsos son fáciles de crear, a la vez que se hace sencillo ocultar pistas sobre quién está cometiendo efectivamente el delito.
El factor internacional también es básico: operar desde países con leyes más permisivas, cometer delitos que afecten a personas que se encuentran muy lejos geográficamente… son factores que juegan a favor de quienes usan la red para fines poco lícitos.
Con todo, la justicia se adapta a los nuevos tiempos y, fruto de ello, podemos hablar de distintos ciberdelitos, que son aquellos delitos que se cometen a través de las nuevas tecnologías. También entrarían en esta categoría los delitos en los que las nuevas tecnologías intervienen como medio, objeto o como bien jurídico protegido.
Suplantación o robo de identidad. La suplantación de identidad es un delito muy común y muchas veces funciona como antesala para la comisión de otros ilícitos. Consiste en hacerse pasar por otra persona (real o no) para distintos fines, utilizado fotos y datos de otras personas para ello. Así, puede hablarse de dos tipos de suplantación: el catfishing se usa sobre todo en redes sociales y consiste en usar identidades falsas para engañar a otros; y el pishing consiste en crear web y demás espacios falsos que supuestamente pertenecen a empresas serias para robar información (muchas veces económica) u obtener ingresos.
Estafa. En relación con o anterior, la estafa es un tipo de delito que suele cometerse a raíz de un robo o suplantación de identidad, frecuentemente el pishing. Por ejemplo, recibes un correo de Hacienda pidiéndote ingresar determinada cantidad de dinero o facilitar determinados datos personales (tu número de cuenta, etc.) pero, en realidad, se trata de un correo creado mediante suplantación de la marca de Hacienda. Spam, sitios web falsos, software malicioso… son prácticas asociadas a la estafa.
Extorsión. Ocurre cuando se usa Internet para ‘chantajear’ a una persona o empresa, normalmente porque el delincuente se ha hecho antes con información valiosa o comprometida que, en la mayoría de los casos, el propio usuario le ha facilitado. Por ejemplo, es posible que se hayan enviado fotos con contenido personal, o que se han solicitado servicios sexuales y, en general, el delincuente amenazara con revelar esta información si la otra persona no entrega determinada cantidad de dinero. En el caso e las empresas, es común el ciberataques que se haga con su información confidencial: muchas veces se pide un rescate a cambio de recuperarla.
Hackeo. Este delito consiste en hacerse con los datos personales necesarios para acceder a las cuentas y demás información privada de un usuario. Email, redes sociales, cuentas bancarias… Es posible robar así información confidencial o actuar en nombre de la otra persona, manejar sus cuentas…
Acoso. Es muy frecuente que se produzcan casos de acoso a través de redes sociales y de Internet en general. Es un espacio especialmente complejo y donde las consecuencias finales pueden ser muy devastadoras para quien las sufre, al quedar registrados los comentarios vertidos y al poder ser vistos por otras personas. El anonimato es otro escudo muy poderoso para los ciberacosadores. Este acoso puede ser en forma de insultos, sexual, etc.
Además de estos delitos, existen otros que también se producen con cierta frecuencia y frente a los que conviene permanecer alerta, como es el caso de las amenazas y coacciones, la falsificación documental, los delitos contra la intimidad de menores (en los peores casos, la pornografía infantil), el descubrimiento y revelación de secretos… No hay que olvidar los delitos contra la propiedad intelectual: cada vez son menos frecuentes las infracciones relacionadas con la protección de los derechos de autor, pero siguen produciéndose casos de este tipo. Otras veces, sobre todo en entornos empresariales, se producen delitos de daños mediante la destrucción o alteración de datos, programas o documentos electrónicos contenidos en redes o sistemas informáticos.