Dos satélites, a punto colisionar el miércoles y no hay manera de evitarlo

  • La NASA no podrá evitar el choque de dos satélites al ser antiguos y no haber posibilidad de conexión con ellos

  • De producirse, será una de las colisiones más peligrosas que hemos visto en mucho tiempo, por pasar a tan poca distancia entre sí

Antes de que se cumpla la madrugada del miércoles está previsto que vivamos un acontecimiento histórico que no vamos a poder percibir desde el planeta pero que tendrá sus consecuencias en el espacio. Dos satélites van a pasar a tan solo 15 metros de distancia entre sí y a una velocidad de más de 15 km/h, con una probabilidad bastante dantesca de que choquen entre sí. De cumplirse las previsiones, estaríamos ante una de las "colisiones más peligrosas que hemos visto en mucho tiempo", explica la arqueóloga espacial de la Universidad de Flinders, Alice Gorman, al medio 'ScienceAlert'.

¿Por qué no se puede evitar?

Cientos de millones de satélites se encuentran en nuestra órbita y tenemos el control del movimiento y la ubicación de la mayoría de ellos. Sin embargo, hay algunos antiguos o denominados técnicamente como "difuntos" que no pueden comunicarse con nuestro planeta y de los cuales no tenemos ningún control absoluto. Al estar a la intemperie y sin manejo por parte de los humanos, el riesgo de que se crucen a poca distancia o de que choquen es aún mayor, y no podemos evitarlo.

Esta situación es la que vamos a experimentar este miércoles según el servicio de seguimiento de escombros espaciales LeoLabs. Dos satélites se convertirán en protagonistas: el primero de ellos, el IRAS, un telescopio espacial fuera de servicio que se lanzó en 1983, y el segundo, denominado GGSE-4, también conocido como Poppy 5 o 1967-053G, es una carga útil científica a bordo de un satélite militar fuera de servicio, y que ha sido recientemente desclasificado, según afirma ScienceAlert.

¿Cuál es la probabilidad de que choquen?

Puede que a las 12 menos veinte de la noche estés durmiendo, tengas algún plan al aire libre o simplemente estés viendo una película: pero en nuestras cabezas, más concretamente a una altitud de 900 kilómetros o 560 millas, estos dos satélites coincidirán en su trayectoria a tan solo 15 o 30 metros. De ocurrir, no es la primera vez que registraremos un choque entre dos satélites antiguos, pero nunca a tan poca distancia. Esto es lo que realmente concierne a los científicos, ya que las dos naves espaciales tienen un peso elevado y el impacto podría ser devastador. De hecho, la primera tiene una masa de lanzamiento de 1,083 kilogramos, mientras que el segundo, es más pequeño, según afirma en su cuenta de Twitter el astrónomo Harvard-Smithsonian Jonathan McDowell.

A medida que el tiempo corre a contrarreloj, las estimaciones y probabilidades van variando. Llevan estudiando la ubicación de estos dos satélites sin poder hacer nada al respecto desde hace varios días con la única esperanza de que la distancia sea suficiente para que el choque no alcance mayores consecuencias. A comienzo de semana, LeoLabs calculó que había 1 probabilidad de entre 100 de que ocurriera. Aunque es cierto que la distancia estimada de cruce era bastante reducida, lo que iba a dejar efectos de manera irreversible. Sin embargo, este miércoles, horas antes de que esté previsto este acontecimiento espacial, LeoLabs ha desestimado sus primeros análisis y entiende que las dos naves podrán pasar entre 13 y 83 metros, lo que amplía la posibilidad de choque a 1 entre 1000. Aún así, aseguran hay que estar atentos porque lo más probable es que su coincidencia en tiempo y espacio a tan poco metros dejará una consecuencia clara y evidente en nuestra galaxia.

Más basura espacial: impacto directo en el espacio

Lo que ocurrirá si las dos naves chocan es que la más pequeña será destruida, produciendo una nube de nuevos escombros espaciales que se unirán a la gran cantidad de basura espacial que ya roza la cifra de los 20.000 objetos, según datos de la Oficina del Programa de la NASA de Restos Orbitales. Podemos estar tranquilos porque no vamos a notar ningún efecto directo en la Tierra y no correremos mayor peligro. Pero eso sí, a medida que los escombros aumentan existe mayor probabilidad de que choquen contra un satélite en funcionamiento, lo que podría suponer un grave problema en nuestras comunicaciones. Asimismo, una cantidad excesiva de deshecho espacial y de satélites destruidos "podrían abolir las operaciones espaciales en un futuro", según Gorman.