Los esfuerzos están centrados este verano en parar los rebrotes de coronavirus, como es lógico, pero no hay que despistar otras patologías. Hay una en particular cuyos síntomas son similares y que podría suponer un riesgo si se confunde y no se detecta: la legionella. Sin un test que lo verifique, los casos podrían diagnosticarse ipso facto como COVID-19. Es fundamental ante esta evidencia reforzar las medidas de protección.
Lo advierte Anecpla, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental. Su directora general, Milagros Fernández de Lezeta, recuerda que es precisamente en esta época cuando más casos se dan, y este año nos pilla desconfinándonos, lo cual multiplica la preocupación. En España la legionelosis tiene una incidencia de 3 casos por cada 100.000 habitantes, lo que se traduce en 1.000 casos al año.
“La legionella es una bacteria que está presente en el agua”, nos explica, “cuando entra en nuestras instalaciones, si encuentra materia orgánica suficiente, se pueden alimentar y, si además las temperaturas oscilan entre los 25 y 45ºC, podrá multiplicarse”. Y especifica: “Si la ingiero, la legionella no es peligrosa, pero si la inhalo sí puedo contraer la neumonía que provoca, llamada legionelosis”.
Esta bacteria suele sobrevivir en espacios húmedos. Instalaciones como torres de refrigeración, sistemas de distribución de agua caliente sanitaria o condensadores evaporativos son potenciales amplificadores de la legionella. “En un edificio, el agua accede a través de unas tuberías que, si no se han mantenido adecuadamente o son muy antiguas –si tienen corrosión, por ejemplo–, pueden albergar mayor concentración de legionella. Al ducharnos esa agua nos llegaría y se produciría una ‘aerosolización’ que nos haría respirarla. No significa que vayamos a contraer legionelosis, pero puede pasar”, detalla la directora de Anecpla.
“Se están reabriendo gimnasios, spas, balnearios… Después de meses cerrados, pueden haberse relajado las medidas para su adecuado mantenimiento”, recalca. Las residencias u hospitales son especialmente sensibles.
Con toda la atención sanitaria centrada en la detección del coronavirus, el riesgo principal de la legionelosis es que no se detecte. “Coincide en la sintomatología: fiebre, dolores musculares, dificultad para respirar… Si no se hacen test PCR, lo normal este verano es que se diagnostique como coronavirus”, cuenta esta experta. Pero es que además el perfil del contagiado es parecido: en 2018, prácticamente un 80% de los casos en España se produjo en personas de más de 50 años.
Sin un PCR que confirme el positivo en coronavirus, otra vía para percatarse de que se trata de legionella es realizar el test de esta bacteria: “Es una prueba en orina con un antígeno que además es muy barata. Se realiza en el hospital”.
Para evitar la concentración de legionella en las instalaciones de edificios, lo más recomendable es realizar las limpiezas y desinfecciones generales periódicamente, y ser especialmente cautos en los casos de establecimientos que llevan más tiempo sin estar en funcionamiento.
Por supuesto es fundamental un control porque de lo contrario no puedo saber que una instalación está contaminada. Anecpla cuenta con una Guía para la contratación de servicios de higienización y control de Legionella.