Primera víctima de la ameba 'come cerebros': el cambio climático expande un parásito mortal
eltiempohoy.es
23/02/201816:31 h.Argentina ha confirmado la primera víctima mortal a causa de la ameba 'come cerebros' que se ha cobrado la vida de un niño de ocho años. El pequeño adquirió el parásito al bañarse en la laguna de Mar Chiquita, que se encontraba contaminada.
*Imagen: Laguna de Mar Chiquita, Argentina.
Se trata de una infección poco frecuente que se ha dado en Argentina como consecuencia del cambio climático. El aumento de las temperaturas ha hecho que la provincia de Buenos Aires sea más calurosa que antes, por lo que ha propiciado las condiciones idóneas para que el agua se encuentre por encima de los 20 grados, el estado ideal en el que este parásito se puede desarrollar.
Se trata del parásito 'Naegleria fowleri', también apodado como la ameba 'come cerebros'. Su forma de actuar dura menos de un segundo. Se encuentra en aguas contaminadas que superan los 20 grados, y cuando alguien se tira al interior, el parásito entra por la nariz y se desplaza rápidamente al cerebro.
Síntomas desde el minuto uno
A las pocas horas de salir del baño, el chico comenzó a tener fiebre y sufrió cefaleas y vómitos. Más tarde comenzó con los síntomas de fotofobia y sonofobia (intolerancia a la luz y el sonido). El primer diagnóstico que le dieron fue de meningitis, pero pocos días después el pequeño empezó a empeorar sufriendo fallos respiratorios, deterioros sensoriales, convulsiones y encefalitis. Se concluyó que el niño era víctima de un caso de meningoencefalitis amebiana primaria (MAP) y a los pocos días falleció.
Actúa en el cerebro. En el agua se alimenta de otros parásitos, pero al introducirse en un cuerpo humano (siempre por la nariz), sólo se alimenta del cerebro. De esta forma va arrebatando los tejidos cerebrales y comienzan los primeros síntomas.
El problema de no detectar a la Naegleria fowleri con rapidez es que en cuestión de cinco o siete días provocaría la muerte de su víctima. Y esto es lo que le ocurrió a este pequeño de ocho años que se ha convertido en el primer caso de este suceso en Argentina.