El hielo férreo del subsuelo de Canadá, Alaska y Siberia se ha mantenido siglos congelado, pero en los últimos años varios informes han documentado su pérdida y las proyecciones para el futuro son poco halagüeñas. ¿Cómo pueden ayudarnos a salvar el permafrost manadas de caballos, bisontes y renos?
La idea la tuvo un geofísico llamado Sergey Zimov hace más de 20 años, y ahora la revista especializada 'Nature' lo ha rescatado con demostraciones más recientes para combatir el peor de los escenarios: un derretimiento del permafrost que liberaría toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
El papel que jugarían estos animales sería el de ralentizar, que no suprimir, el calentamiento del suelo congelado. Lo que propuso Zimov, antes considerado un excéntrico, es la introducción de manadas de pastoreo. Lo que harían estas especies herbívoras capaces de soportar los bajo ceros de Siberia sería comprimir la nieve, y esto ayudaría mantener el frío del suelo.
¿Por qué hay que comprimir la nieve? Cuando la capa de nieve es muy gruesa tiene un efecto aislante, y cuando el termómetro marca los 40ºC bajo que se llegan a alcanzar en invierno, dificulta que el suelo se mantenga congelado. Así, cada invierno se observa un hielo menos consistente. Pero si se comprime, el aislamiento es menor.
Durante años, este científico y su hijo han aplicado su teoría en el Parque Pleistoceno, que se encuentra al sur de Chersky, en la República rusa de Sakha. Resultado: cien animales reasentados que han reducido la altura de la cubierta de nieve comprimiéndola y han reducido la temperatura del subsuelo. Ha funcionado.
En una entrevista de 2019 Zimov explicó al medio CBS News que también se necesitaría talar árboles. Los árboles atrapan el calor. Antes no los había, pero con el paso del tiempo el paisaje ha cambiado radicalmente. No hay mamuts que compriman el suelo, pero la idea es que esta región tan fría de Rusia se parezca lo más posible a como era en la Edad de Hielo. De ahí la introducción de caballos, bisontes o renos.
Por supuesto, ha habido quien les ha puesto en duda. ¿Qué pasa en verano, cuando el hielo se derrite y el musgo debajo del permafrost emerge? Los herbívoros lo devorarían y eso no jugaría en favor de mantenerlo porque ese musgo posteriormente se congela en invierno. Según ha explicado Christian Beer, de la Universidad de Hamburgo, esto ha sido tenido en consideración en una simulación, y el resultado es que el efecto positivo compensaría ampliamente ese lado negativo.
Ahora la pregunta es, ¿cuántos animales harían falta? "Tienes que empezar con algo", respondió Zimov hace un año a CBS. "Hoy tenemos un promedio de 5 renos por kilómetro cuadrado en el Ártico. Con 15 por kilómetro cuadrado ya podríamos salvar un 70% de permafrost según nuestros cálculos" de cara a 2100.
Esta capa de suelo helada contiene materia orgánica y, al derretirse, los microbios la consumen y liberan dióxido de carbono y metano, dos gases que permanecen en la atmósfera décadas e incluso siglos, y que contribuyen a calentar el planeta.
Si antiguamente el permafrost contribuía a contener el CO2, en los últimos años, publicó en 2017 'Nature', lo que hace es emitir miles de toneladas. Es decir, ha pasado de ser un sumidero de gases de efecto invernadero a ser una enorme fuente de los mismos.