Arañas galácticas: así han conseguido tejer telas en la estación espacial sin gravedad
La especie para el experimento es la araña tejedora de orbes de seda dorada
Varios ejemplares han estado a bordo de la ISS durante dos meses
Se ha descubierto que pueden tejer sin gravedad siempre y cuando haya luz
La gravedad es importante para todos los seres vivos que vivimos en la Tierra, también para las arañas. Uno de los experimentos que se llevan a cabo en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) ha querido averiguar si la capacidad de estos insectos para tejer con maestría sus telas se vería alterada en el cosmos. Por ello, las montaron a bordo de una nave y las enviaron con los astronautas durante dos meses. Los resultados se acaban de conocer.
La investigación ha sido titulada ‘Arañas en el espacio: comportamiento relacionado con la telaraña orbe en gravedad cero’ y publicada en ‘Science of Nature’. Lo que querían saber los científicos que han hecho el seguimiento es si serían capaces no solo de montar sus habituales trampas de caza, los telares, sino también si podrían hacerlo sin luz.
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Lo que han averiguado es lo siguiente: sí, pueden tejer, pero es fundamental que tengan acceso a una fuente de luz. Sin ella, las redes que tejen son simétricas, un comportamiento extraño que no forma parte de su naturaleza.
“Estudios empíricos y teóricos sugieren que esta asimetría es principalmente una adaptación al comportamiento de captura de presas de la araña y que refleja la capacidad de la araña para correr hacia abajo más rápido que hacia arriba”, recuerda el documento publicado.
El experimento ya se probó en 2008
No es la primera vez que se realiza este curioso experimento. Ya en 2008 se hizo algo similar, y de nuevo en 2011, cuando el Baylor College of Medicine Center for Educational Outreach supervisó el progreso del estudio a bordo del transbordador espacial Endeavour. El segundo se realizó para corregir los errores del primero.
La especie que se eligió en el nuevo experimento fue la araña tejedora de orbes de seda dorada o Trichonephila clavipes. La idea era llevar una especie que en tierra firme tejiera sus redes con asombrosa asimetría, para observar mejor la diferencia que apuntan en la forma. Es la misma que se ha llevado nuevamente en el 2020 y que ha confirmado los resultados.