Álvaro Pascual-Leone, neurólogo: "La estimulación cerebral no invasiva suena a ciencia ficción, pero no lo es"
Hablamos con Álvaro Pascual-Leone, catedrático de Neurología de Harvard y director del Centro de Estimulación Cerebral no Invasiva
Explica que se trata de "una forma distinta de enfocar las enfermedades neurológicas": mejorar los síntomas, no buscar un diagnóstico
Fue pionero en el mundo en estimulación transcraneal: manipular conexiones neuronales para mejorar la salud del paciente
“Empoderar a los enfermos”. El neurólogo Álvaro Pascual-Leone repite esta idea varias veces, durante su charla y en la entrevista que mantenemos después con él. El catedrático de Neurología de la Escuela de Medicina de Harvard está en Madrid para participar en las Jornadas Neurocientíficas y Educativas organizadas por la Fundación Querer. En ellas habla de las técnicas de estimulación cerebral no invasiva que se están utilizando para ciertos trastornos neurológicos. En EE.UU. sobre todo, pero también en algunos hospitales de España. Técnicas que aún son novedosas pero que serán cada vez más importantes en el futuro.
“Tenemos que cambiar el paradigma”, advierte el neurólogo. Y lo explica: “En vez de decirle al paciente ‘te voy a dar un diagnóstico’, el enfoque sería: ‘dime cuál es el problema principal qué tienes, que si te lo quitara te beneficiaría a vida lo más posible’. Se trata de empoderar a los enfermos para que te ayuden a guiarles en sus síntomas”. Porque la técnica de la que habla Pascual Leone se centra en eso, en los síntomas, no en el diagnóstico de la enfermedad. El objetivo no es ponerle una etiqueta al trastorno, sino mejorar la vida del paciente.
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¿Por qué? Porque cuando un paciente te pide un diagnóstico, es para que luego le digas qué puedes hacer con eso, qué soluciones hay, cómo puedes resolverle el problema y mejorar su vida. Es para eso para lo que quieren saber y poner etiqueta a lo que les ocurre, explica el neurólogo a NIUS. Por eso, él defiende otro enfoque: saltarte la etiqueta e ir directo a mejorar su vida y darle soluciones. Y para eso "es clave empoderar al enfermo”, que pasa a ser protagonista activo del tratamiento de su enfermedad.
Mejoran los síntomas, y también la patología
“Es una forma distinta de enfocar las enfermedades neurológicas. Tradicionalmente buscamos un tratamiento para una enfermedad concreta, pero los cuadros clínicos de cada enfermo no son comparables, la diversidad de sintomatología en cada enfermedad es enorme. Así que, en vez de buscar un tratamiento, vamos a enfocarnos en cuál es el sustrato de los síntomas que presenta ese individuo en concreto, ver si somos capaces de identificar ese trastorno y mejorar sus síntomas”, explica el neurólogo.
Pero es que, además, al intervenir para mejorar los síntomas, también estás generando mejoras, aunque sea de forma indirecta, en la propia patología. “Cuando obligas al cerebro a comportarse de forma adecuada, mejoran los síntomas y mejora también la patología”, asegura. “Cuando haces que el cerebro funcione mejor, eso también mejora, normaliza o reduce la alteración que da lugar a la disfunción”.
“Lo que hacemos es intentar modular la actividad cerebral de forma no invasiva”, resume el científico. “Es complicado, pero hay maneras de hacerlo de forma segura”. ¿Cuáles? Él habla de dos: estimulación transcraneal magnética y estimulación transcraneal por corriente directa. Es decir, estimulaciones realizadas con campos magnéticos y con electricidad, para modificar las capacidades plásticas del cerebro. Pascual Leone lleva muchos años trabajando en ellas, sobre todo con la primera. Fue pionero y es uno de los mayores expertos del mundo en este campo.
No buscar un diagnóstico, sino la alteración que lo provoca
Hablamos de manipular conexiones neuronales para mejorar la salud del paciente, su calidad de vida. “Se trata de inducir electricidad en el cerebro, porque el cerebro es una red de conexiones neuronales que usan electricidad. Si podemos modificar el patrón de la actividad eléctrica, podemos modificar el patrón de la actividad cerebral”, explica. “Aumentando o reduciendo la actividad neuronal en distintos puntos, llegaremos a dianas profundas de forma no invasiva”.
Él mismo reconoce que “suena un poco a ciencia ficción”, pero luego explica por qué no lo es. Es una técnica muy real que ya se está aplicando en varios hospitales de EE.UU. “La traslación de la ciencia a la clínica lleva su tiempo, pero en este caso, hablamos de técnicas que ya han aprobado las agencias reguladoras, que en muchos casos tienen años de evidencia a sus espaldas y que incluso, están cubiertas por los seguros médicos. No es ciencia ficción”. Es ciencia, a secas, aplicada a la salud.
Pascual Leone recuerda un caso concreto. El de un niño de 11 años que llevaba casi una década, casi toda su vida, con trastornos de tipo compulsivo-obsesivo que le impedían comer, o vestirse, por ejemplo. “Podemos discutir qué etiqueta diagnóstica ponerle a este niño, que las ha tenido todas… pero, en vez de buscar la etiqueta, también podemos buscar la alteración neurofisiológica que provoca la disfunción, porque debe de estar asociada con un circuito neuronal que conocemos. Podemos medir esa alteración, ese grado de disfunción”. Lo hicieron, y vieron “que había falta de inhibición y exceso de excitación” en ciertas áreas. “Tras cinco sesiones de estimulación, vimos que mejoraron los síntomas”, recuerda el neurólogo.
Inducir cambios que duren años
Pero ¿qué pasa después de esas cinco sesiones? ¿Y si no puedes mantenerlo así? Explica el neurólogo que, una vez diseñado ese montaje, se puede adaptar para que el paciente lo siga haciendo en casa, o en el colegio, es decir, seguir con la estimulación pero monitorizada remotamente por el equipo que sabe hacerlo, para hacerla correctamente. Porque así, “quizá no en cinco sesiones, pero sí en tres meses, se induzca un cambio que puede durar años”.
Ese es el reto, ahora, en estas técnicas. “No está claro todavía si podemos inducir un cambio que se mantenga en el tiempo”. Ya es viable usarlas, pero si las mejoras no se mantienen, “es como decirle a un ciego ‘ahora puedes ver’, y darle dos horas de vista”, explica Pascual Leone. “Ya podemos modular las redes neuronales, pero ¿cómo mantener esa modulación?”.
Promover el bienestar, a pesar de estar enfermo
Al final, con todo esto de lo que se trata es de ofrecer un tratamiento personalizado al enfermo, y muy preciso. “Con estas técnicas tenemos la oportunidad de personalizar la intervención según los síntomas que tenga cada persona”. Y no solo eso, sino que los mismos síntomas pueden generar distintas discapacidades en distintas personas, según sean sus vidas, sus circunstancias concretas. Por eso es clave, nos explica, “que el enfermo te diga cuáles son los síntomas que le discapacitan más”. Por eso lo de "empoderarlo".
Además, esos síntomas y discapacidades no son estáticos, van cambiando con el tiempo. Pero con estas técnicas “puedes ir adaptándote, y abordar distintos síntomas en distintos momentos. Usando técnicas no invasivas de neurofisiología cerebral de precisión podemos intentar inducir un cambio y que se mantenga en el tiempo”. Esa es la idea.
Decíamos al comienzo que estas técnicas pueden ser clave en el futuro. ¿Por qué? Porque cada vez vivimos más, pero esa longevidad no sale gratis. Viene asociada a una mayor discapacidad. “Lo que ganamos con cada año adicional de vida, de media, son nueve meses de discapacidad y tres meses de vida sana”, advierte el neurólogo. Y este tipo de tratamientos buscan lograr justo lo contrario. “Reducir la discapacidad, promover la salud y el bienestar de la persona aunque tenga una enfermedad”, zanja Pascual Leone. Y subraya ese matiz: "aunque tenga una enfermedad".