En las últimas semanas se está hablando sobre el incremento de posibilidades en los cálculos que la NASA hace sobre el posible impacto del asteroide YR4 en la Tierra en el año 2032. Descubierto el 27 de diciembre de 2024 por parte del telescopio ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) realizó una primera estimación sobre las posibles áreas en las que podría caer, quedando España fuera de la ecuación. Sin embargo, no es tan descabellado que un asteroide impacte en nuestro país. ¿Quieres saber cuál fue el último asteroide que impactó en España?
La última vez que un cuerpo espacial impactó en territorio español fue el pasado 18 de enero de 2021 a la 1:19 de la madrugada (hora local). Concretamente en Baralla, un municipio situado a unos 20 kilómetros al sureste de la ciudad de Lugo. Antes de entrar en la atmósfera terrestre, el meteoroide original contaba con una masa estimada de 2,6 toneladas y tenía un diámetro de 1,5 metros. Aunque nos pueda parecer enorme, técnicamente está catalogado como un pequeño asteroide.
El meteoroide entró en la atmósfera a 75 km sobre la superficie de la Tierra con un ángulo pronunciado de unos 77° y una velocidad hipersónica de 15 kilómetros por segundo, lo que llevó a ser catalogado como superbólido. Con su entrada en la atmósfera terrestre se produjo una enorme bola de fuego, catalogada como SPMN180121, cuya luz se llegó incluso a percibir en grabaciones de estaciones del marco de la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN) situadas en Madrid y Estepa (Sevilla), que se encuentran a 400 y 650 km de distancia, respectivamente. La presencia también se hizo notoria en cuatro estaciones sismológicas del Instituto Geográfico Nacional (IGN): A Pontenova en Lugo, Agolada en Pontevedra y Calabor en Zamora.
Teniendo en cuenta que este fenómeno sucedió en plena situación de emergencia sanitaria a causa de la pandemia de COVID-19, solamente se ha conseguido un testigo presencial que viera la caída del asteroide de forma directa. Fue un vecino de la ciudad de Lugo, que definió el avistamiento desde su terraza de un ático como “una bola de color blanco azulado que surgió del cielo y que por un momento hizo parecer que era de día”.
Sin embargo, la entrada en la atmósfera terrestre sí que hizo que otras personas confinadas en sus casas reportaran enormes destellos. La población en un área de al menos 15.000 kilómetros cuadrados escuchó los estallidos sónicos (producidos en las fragmentaciones sucesivas del meteoroide en la atmósfera) y se despertaron asustados de madrugada, pensando que era un gran trueno o incluso un terremoto lo que estaba aconteciendo.
Tras estos avistamientos, tuvieron que pasar dos meses para conseguir encontrar restos de lo que quedó tras desintegrarse la masa de 2,6 toneladas. Se utilizaron las grabaciones de las cámaras CCD (dispositivo de carga acoplada) de las estaciones automatizadas de observación de Lugo y Santiago de Compostela, propiedad de la Universidad de Santiago de Compostela, para observar la trayectoria del meteorito y determinar una trayectoria atmosférica fiable.
Sin embargo, en plena campaña de estudio de trayectorias y localización de restos, quien localizó el meteorito fue el ganadero Jesús Á. Farelo en una dehesa donde solía llevar a pastar a su ganado, en el paraje de Formigueiro, muy próximo al pueblo de Traspena. Por este lugar se decidió bautizar como meteorito Traspena a esta condrita ordinaria (L5) de 527 gramos. El nombre está oficializado por parte de The Meteoritical Society.
No se encontraron rastros de impacto, a excepción de una pequeña muesca en una esquina. Se trata de una única piedra con forma de ladrillo redondeado de un tamaño aproximado de 9×7×5 cm recubierta de costra de fusión negra y que presenta varios regmaglifos —cavidades fruto del paso de una roca espacial por la atmósfera terrestre y la fricción que genera fusión local— del tamaño de un pulgar. Actualmente, pueden verse restos de este hallazgo en el Museo de Historia Natural de la USC y el Instituto de Ciencias del Espacio y el Museo Nacional de Ciencias Naturales actúan como repositorio internacional del meteorito, como en casos anteriores.