Cuando se acerca el momento de comprar los regalos navideños, la publicidad online se intensifica y, en ocasiones, parece que conoce nuestros gustos e intereses mejor que nosotros mismos. Mientras miras ‘reels’ en Instagram, los vídeos publicitarios saltan también a la vista de manera repentina, mostrando productos que ya has buscado con anterioridad. El algoritmo, que se nutre a través de nuestras interacciones, intenta atacar nuestras debilidades como consumidores. Pero si conocemos bien cómo funciona, también podemos llegar a ‘engañarlo’ nosotros a él.
“El algoritmo se mueve porque previamente nosotros le hemos dado toda esa información navegando [por internet], parándonos en una determinada publicación o haciendo ‘scroll’ en ciertas redes sociales”, explica Francisco Javier Zamora, profesor de Marketing de la Universidad Internacional de Valencia.
Y allí está la clave, ya que es en esas interacciones cuando aprende sobre nuestros gustos e intereses. Además, los anuncios personalizados también buscan que el usuario complete una compra que ha dejado a medias: “Esto es una técnica que se llama remarketing: cuando has clicado en un anuncio o una publicación, ellos se quedan con ese registro y después los anuncios relacionados aparecen en todos lados”. Incluso pueden llegar a promocionar ventas cruzadas: por ejemplo, si estamos mirando un viaje a Roma, “nos muestran anuncios de maletas”.
El profesor incide en diferentes acciones que podemos llevar a cabo de manera fácil para evitar esa “persecución”. Aún así, advierte de que “damos mucha información en nuestro día a día solo a través de la navegación en Google”, así que puede ser complicado.
El primer consejo es “borrar cada cierto tiempo el historial”. También podemos hacer búsquedas en los sitios web sin darte de alta como usuario, para que así sea más complejo seguir el rastro. Por supuesto, es recomendable poner el navegador en “modo incógnito”. Si se quiere ir más allá, otra opción consiste en usar una red privada virtual VPN.
También es recomendable usar navegadores centrados en la privacidad como Brave o DuckDuckGo y ajustar las configuraciones de privacidad en las redes sociales para limitar el rastreo y usar extensiones de navegador que bloqueen rastreadores, como Ghostery o Privacy Badger.
Si se desea ir un paso más allá, también podemos optar por ‘confundir’ directamente al algoritmo: “Hacer búsquedas totalmente random, que estén fuera de tus gustos o preferencias, únicamente para que durante una semana, pues, se enfoquen en que te están vendiendo sillas de pescar y a lo mejor no te gustan”, explica Zamora.
El profesor reconoce que es “difícil” engañarlo del todo, ya que está recopilando información contínuamente. Pero si se llega a un punto en el que la presión publicitaria es demasiado alta, se puede optar por “bloquear las notificaciones en el móvil o incluso desinstalar algunas aplicaciones de ropa”.
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