La obsesión compulsiva por almacenarlo todo también afecta al mundo digital. Los teléfonos inteligentes se han convertido en almacenes virtuales donde se acumulan fotografías, videos y archivos personales. Se llama Síndrome Digital y el temor a no recuperar esa información no solo afecta a nuestra mente también tiene consecuencias en el medioambiente. Informan R. Doñoro, T. Domínguez y Noelia Sarría.
Las facilidades tecnológicas para almacenar grandes cantidades de información, como la alta capacidad de memoria de los discos duros o las tarjetas, además de una tendencia de las personas a fotografiarlo, grabarlo y compartirlo todo, hacen que smartphones, tablets y ordenadores estén copados de imágenes, vídeos, correos, documentos, ofertas o anuncios.
Un 60% de los usuarios de tecnología sienten ansiedad ante la perspectiva de borrar toda esa cantidad de información precisamente por miedo a necesitar algo de lo que se está borrando, un fenómeno conocido como Diógenes digital.
Se trata de la versión actualizada y digital del Síndrome de Diógenes y se podría describir como la necesidad de hacer un acopio desmedido y sin criterio de cualquier objeto multimedia. Los afectados prefieren contratar más espacio en la nube o comprar más dispositivos de almacenamiento antes que borrar los archivos que no utilizan.
La acumulación obsesiva de datos produce en muchas ocasiones un deterioro significativo en la capacidad de las personas para concentrarse, descansar y relajarse. Afecta a personas de cualquier edad, cualquiera de los dos sexos y puede pertenecer a cualquier clase socioeconómica.
Un 34 por ciento de las personas afirmó, en una encuesta realizada por Sandisk, que se queda sin espacio en su teléfono móvil al menos una vez al mes. En este sentido, la encuesta también arroja que el 38 por ciento de las personas tienen que borrar archivos o datos de sus teléfonos móviles al menos una vez a la semana.
Las aplicaciones de mensajería instantánea, emails y redes sociales son las principales fuentes de generación de basura digital. Existen grupos de 'Whatsapp' en los que los usuarios no paran de enviar imágenes de material que se encuentra por la red: memes, cortos de vídeos.
Esto ocurre también en el ordenador cuando no se deja de almacenar publicidad y correos promocionales con la intención de que en algún momento se utilizarán. El problema es que no es así y al final se acumula basura en formato digital de la que cuesta desprenderse.
Además, subir fotos a la nube pasa factura al medio ambiente porque los servidores consumen energía. Ojo con qué subimos y cuánto porque supone el 4% de los gases de efecto invernadero.
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