Cualquiera que haya jugado a algún videojuego, ya sea en consola, en un ordenador o en un teléfono móvil conoce perfectamente las “loot boxes” o cajas misteriosas, las cuales se pueden comprar para conseguir algún “regalo” sorpresa con el que se pueda mejorar la experiencia del juego. Quizás no todos los usuarios conocen esta denominación, pero sí la opción de gastar dinero en un añadido que generalmente no afecta al juego en sí.
Básicamente son elementos del juego que se pueden comprar a través de una caja misteriosa, de manera que el usuario no sabe qué va a conseguir al desembolsar su dinero. Dichos elementos van desde elementos puramente ornamentales, hasta objetos que llegan a mejorar significativamente las opciones de avanzar en el juego. Eso sí, el contenido de las “loot boxes” casi siempre es una sorpresa. Ahí radica parte de su atractivo.
De hecho, se puede afirmar que su popularidad se debe al elemento de sorpresa –la incertidumbre sobre lo que contienen genera emoción y expectativa–, al coleccionismo de los diferentes objetos que pueden obtener, y claro está, a un progreso más rápido –las “loot boxes” pueden contener elementos que aceleran el progreso del jugador, permitiéndole desbloquear nuevos niveles o habilidades con una mayor velocidad–.
Las principales controversias que hay en torno a estos productos que las compañías creadoras de videojuegos desarrollan para aumentar sus beneficios son las siguientes: su mecánica es similar a los juegos de azar, impactan en la economía del juego y están especialmente orientadas a los niños, ya que en numerosas ocasiones no son conscientes del dinero –de sus padres– que se pueden gastar sin darse cuenta.
Ante este escenario, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha impulsado un anteproyecto de ley que tiene como objetivo precisamente la protección de los menores ante este tipo de prácticas, a las que considera carentes de ética y peligrosas. La propuesta pasa por la generación de entornos seguros tanto para los niños como para los adolescentes. Y claro está, eso lleva a la prohibición del acceso a este tipo de productos digitales dentro de los videojuegos. Es decir, las empresas creadoras deberán fomentar métodos de control de edad para que solo los adultos puedan acceder a las “loot boxes>”, ya que, si no lo llevan a cabo, deberán enfrentarse a sanciones.
De este modo, se pretende frenar el impacto negativo de estas cajas misteriosas entre el público considerado más vulnerable, ya que su funcionamiento se asemeja al de los juegos de azar y las apuestas, lo que podría convertirse en la antesala a una serie de prácticas que pueden desembocar en adiciones posteriores.
Esta es una pregunta clave, ya que en general las “loot boxes” no se necesitan para disfrutar de un videojuego. Es más, únicamente son un añadido que en ocasiones sólo proporciona elementos decorativos que no afectan al rendimiento. No obstante, sí que hay juegos en los que permiten evolucionar más rápido o contar con mejores personajes para llevar a cabo las misiones propuestas.
Sin embargo, se puede reiterar que no son necesarias por varias razones: