La verdad detrás de la composición de las chuches

Las chuches se caracterizan por tener colores vistosos, sabores dulces y textura gomosa. Muchas veces las compramos al peso, sin envase ni etiqueta, así que su composición parece una incógnita.

Esto ha dado pie a muchos mitos sobre las características y el origen de sus ingredientes. ¿Con qué se hacen estas golosinas? Algunos rumores hablan de petróleo, otros de huesos y pieles de animales, pero ¿hay algo de cierto? ¿Podemos comerlas sin problema debería preocuparnos algún ingrediente?

Es difícil pensar en un producto alimenticio donde exista más variedad comercial que en las chuches: las hay con cientos de formas, tamaños, colores, sabores, aromas… Por eso es difícil generalizar cuando hablamos de su composición. Pero a grandes rasgos, los ingredientes que podemos encontrar en estas golosinas son algunos de los que mostramos a continuación.

El aspecto es el primer reclamo

Las chuches están destinadas sobre todo a personas de corta edad, así que se diseñan de modo que el aspecto llame su atención. Por un lado, se cuidan la forma y el tamaño, que se consiguen utilizando diferentes moldes: de animales (gusanos, ratones, ositos, etc.), frutas (melocotones, manzanas, etc.) y todo tipo de objetos (corazones, relojes, martillos, etc.).

Por otro lado, se da importancia al color, que suele ser vivo e intenso. Generalmente esto se logra utilizando colorantes de diferentes tipos. Algunos son sintéticos, como los que pertenecen al grupo de los azoicos. Estos son seguros, pero generan desconfianza en algunas personas. Por eso se utilizan cada vez más otras alternativas, como los extractos obtenidos a partir de vegetales o algas.

Sabor dulce y algo más

Generalmente el sabor que predomina en estas golosinas es el dulce, que suele lograrse añadiendo una considerable cantidad de azúcares, hasta el punto de que pueden llegar a suponer hasta un 50% del producto. Esto se explica porque los azúcares no solo se añaden para aportar sabor, sino también para contribuir a la textura. Por eso, además de sacarosa, que es el azúcar común de mesa, también se utilizan otros como dextrosa o jarabe de glucosa, que aportan jugosidad y elasticidad.

El resto de los matices de sabor que encontramos en las chuches se consigue empleando diferentes ingredientes:

  • Las notas ácidas se logran con ingredientes como ácido cítrico.
  • Los sabores a frutas, con aromas (naturales o sintéticos), o bien, con zumos o concentrados obtenidos a partir de frutas, aunque esto último es poco frecuente porque resulta más caro.
  • El llamado “pica-pica” se logra con una mezcla de sal y azúcar.

Incluso hay chuches picantes, a las que se añade capsaicina o extractos de chiles para lograr esa sensación.

¿Cómo se consigue la textura de las chuches?

La textura es quizá la característica que más preguntas genera en torno a las chuches debido a su particularidad.

La mayoría son gomosas o esponjosas, algo que resulta llamativo y que ha dado pie a muchos rumores, como el que dice que están hechas de petróleo. Sin embargo, se trata de un mito.

En realidad, la mayoría están hechas con gelatina. Esta se extrae a partir del colágeno, que es una proteína presente en el tejido conectivo, los huesos y la piel de los animales.

Concretamente para este fin se utilizan los huesos de vacas y cerdos y la piel de estos últimos. Esto puede resultar sorprendente, pero en realidad es lo mismo que ocurre cuando cocinamos un guiso con carne en nuestra casa; por ejemplo, un cocido de garbanzos con costillas o un guiso de pata de cerdo: al calentar el agua extraemos el colágeno contenido en la piel y los huesos que empleamos como ingredientes.

Además, el calor hace que cambie la estructura de esa proteína. Posteriormente, cuando se enfría el guiso, las fibras de colágeno se agrupan entre sí formando una red tridimensional que atrapa el agua. Es decir, se forma un gel (una gelatina) que se caracteriza por esa textura gelatinosa tan llamativa de las chuches.

Otras alternativas a las chuches convencionales

La textura de las chuches no se consigue solo con gelatina. En algunas de ellas no se emplea este ingrediente, sino que se pueden utilizar otros, según el fin que se quiera conseguir; por ejemplo, los cilindros con sabor a regaliz se elaboran con harina de trigo y almidón, mientras que en otras golosinas la textura se obtiene mediante el uso de pectina (obtenida a partir de frutas) o de agar-agar (obtenido a partir de algas). Es decir, todas estas que acabamos de mencionar serían aptas para personas vegetarianas o veganas.

También es cada vez más habitual encontrar chuches donde los azúcares se han sustituido total o parcialmente por edulcorantes. Estos son seguros y evitan algunos inconvenientes, dado que, a diferencia de lo que ocurre con los azúcares, no aportan calorías y no provocan caries. Pero también pueden tener inconvenientes (por ejemplo, podrían alterar la microbiota intestinal) y en cualquier caso, no hace que las chuches sean saludables. Y es que, independientemente de que se utilicen unos ingredientes u otros, debemos tener presente que se trata de un producto alimenticio que debemos destinar a un consumo puntual.

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