En el foco del debate y sin escapar de la controversia desde su lanzamiento, los satélites Starlink de SpaceX, empresa de Elon Musk, no han dejado de despertar también la preocupación de los científicos. Entre los principales argumentos en su contra encontramos el de la contaminación del cielo, una queja común y un quebradero de cabeza para los astrónomos, a la que se añade ahora otra inquietante conclusión derivada de un informe estadounidense: su posible impacto en la capa de ozono.
Publicado por científicos de la Escuela de Ingeniería Viterbi de la Universidad del Sur de California y publicado en Geophysical Research Letters, lo que sostienen, concretamente, es que los satélites como los de Starlink, –y no solo ellos, dado que cada vez se están creando y lanzando más desde otras compañías–, al final de su vida útil, generan óxidos de aluminio que “aceleran el agotamiento de la capa de ozono”.
Expresando preocupación por el aumento de estas constelaciones de satélites como Starlink, –que teóricamente nació con el objetivo de llevar Internet a todos los rincones del mundo, alcanzando también a los más remotos–, los investigadores alertan del peligro de que se produzcan daños en esta capa protectora que envuelve a la Tierra protegiéndola de radiación ultravioleta nociva.
“Con planes en marcha para muchas constelaciones de satélites pequeños, se espera que el número de objetos que orbitan alrededor de la Tierra siga aumentando en el futuro previsible. Al final de su vida útil, los satélites son arrojados a la atmósfera, quemándose durante el proceso y generando óxidos de aluminio, que se sabe que aceleran el agotamiento de la capa de ozono.”
En el caso específico de Starlkink, ya son más de 6.000 satélites los que están en órbita y, como el propio Elon Musk confirmaba recientemente, ya están disponibles para su uso en 100 países, –entre ellos España–, siendo la previsión de SpaceX que todas estas cifras continúen creciendo.
Con una vida útil aproximada de unos cinco años, estos satélites están diseñados para quemarse en la atmósfera al final de esa etapa, y con cada modelo volviéndose cada vez más pesado, es aquí donde los científicos alertan que se encuentra otro preocupante problema: al quemarse liberan óxidos de aluminio que provocan reacciones químicas y que, alertan, pueden dañar la capa de ozono.
Subrayando que “actualmente no se conocen bien los impactos ambientales del reingreso de satélites”, e investigando precisamente “el proceso de oxidación del contenido de aluminio” de estos, utilizando para ello “simulaciones de dinámica molecular a escala atómica”, advierten que, además, estos óxidos pueden permanecer en la atmósfera y destruir la capa de ozono durante décadas.
"Sólo en los últimos años la gente empezó a pensar que esto podría convertirse en un problema", afirma Joseph Wang, uno de los autores del estudio, en declaraciones de las que se hacen eco medios como Independent.
"Fuimos uno de los primeros equipos en analizar cuáles podrían ser las implicaciones de estos hechos", ha señalado.
Frente a ello, aportan datos a tener en cuenta: “la población de satélites que reentraron en 2022 provocó un aumento del 29,5% de aluminio en la atmósfera por encima del nivel natural, lo que resultó en alrededor de 17 toneladas métricas de óxidos de aluminio inyectadas en la mesosfera”.
Y sobre ello, advierten: “Los subproductos generados por el reingreso de satélites en un escenario futuro en el que se materialicen megaconstelaciones pueden alcanzar más de 360 toneladas métricas por año. Como las nanopartículas de óxido de aluminio pueden permanecer en la atmósfera durante décadas, pueden provocar un agotamiento significativo de la capa de ozono”.
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