Clara Ortega, neurocientífica, sobre los lapsus y olvidos cotidianos: “El cerebro olvida para adaptarse a lo nuevo”
Entrevista con la bióloga y neurocientífica española, que acaba de publicar un estudio sobre cómo funciona el olvido y la memoria
El olvido es "adaptativo": el cerebro necesita olvidar para adaptarse a un ambiente cambiante y a nuevas experiencias
Cuando hay dos recuerdos similares que interfieren entre sí, uno puede desplazar al otro, que queda olvidado pero no desaparece
Tiene 35 años, y lleva seis como investigadora postdoctoral en Dublín (Irlanda), aunque esta bióloga de Jaén no oculta su "intención de volver" a España en algún momento. Clara Ortega de San Luis investiga sobre memoria en el 'Instituto de Neurociencia' del Trinity College, en el laboratorio de Tomas Ryan.
A finales de agosto, publicaban en la revista Cell un estudio sobre los mecanismos biológicos del olvido. Pero del que experimentamos a diario, el "olvido cotidiano" que nos afecta a todos, todos los días.
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Y lo que han demostrado es que esos lapsus de memoria que todos tenemos de vez en cuando no son malos en sí mismos, un error del cerebro, sino parte del proceso de aprendizaje. El olvido es un proceso que el cerebro utiliza para adaptarse a la realidad cambiante. Esto, como ella advierte, puede sonar "contra-intuitivo", porque siempre hablamos del olvido como algo negativo. En esta entrevista descubrimos su "lado bueno". Y necesario.
Pregunta: ¿El cerebro necesita olvidar?
Respuesta: Hay dos teorías en este campo. Una, que es la que todos hemos aprendido, dice que olvidar es algo malo, algo que le pasa a la memoria con el paso del tiempo, que es algo inevitable. Que la memoria se va deteriorando lo mismo que el paso del tiempo erosiona una playa, por ejemplo. Que lo más antiguo se va deteriorando.
Pero hay otra hipótesis - que es con la que nosotros trabajamos- que dice que el olvido es, en realidad, otro tipo de aprendizaje. Que no es algo que sucede pasivamente, sino que el cerebro modifica esos recuerdos que ya ha aprendido para conseguir olvidarlos. ¿Por qué? Para conseguir adaptarse a las nuevas situaciones.
Estamos sometidos a un ambiente que está cambiando constantemente. Para conseguir adaptarnos al nuevo ambiente, tenemos que ser capaces de actualizar nuestros recuerdos constantemente.
P: ¿Algo parecido a eso que hacen los ordenadores, cuando nos piden que actualicemos todo el rato?
R: Efectivamente. En ese proceso de actualización, hay un hecho que aprendes que ya no es relevante. Por ejemplo, hay un restaurante al que vas mucho, pero ahora lo han trasladado. Ya no está donde estaba. El cerebro te pide olvidar eso, que ya no es relevante, y aprender que ahora está en otro sitio. El cerebro está decidiendo olvidar, pero para poder aprender eso.
P: Es lo que comenta en esta entrevista de Scientific American Tomas Ryan, que "el olvido es más adaptativo que limitante".
R: Eso es, es adaptativo. El cerebro necesita olvidar para adaptarse al nuevo ambiente y a las nuevas experiencias.
P: Y esto es un proceso constante…
R: Sí. Y es importante destacar que es un proceso que no tiene nada de patológico.
P: Porque no hablamos de cualquier tipo de olvido, no hablamos de olvidos importantes, como los que se dan en la amnesia o en el alzhéimer… sino de “olvidos cotidianos”.
R: Sí, hablamos de olvido no patológico. Nosotros lo llamamos "interferencia retroactiva". Olvidas algo porque otra cosa está interfiriendo sobre eso. Por ejemplo, estás leyendo un correo electrónico y recibes una llamada de teléfono importante. Tienes una nueva información que te llega y te hace olvidar ese correo, porque interfiere con él. Tú ya las leído el correo, y lo has entendido. Pero esa segunda experiencia hace que la primera sufra olvido, porque la segunda interfiere.
P: Sí, pero ¿olvidas lo que dice el correo? Vamos a suponer que en ese correo, tu jefe te está citando para una reunión… no nos olvidamos de eso, aunque recibamos una llamada.
R: Depende de las características de ese recuerdo. Imagínate que en esa llamada de teléfono te dicen que te ha tocado la lotería. Seguramente se te olvida lo del correo. Porque todo depende de la importancia que el cerebro le dé a esa nueva experiencia. Lo importante es que el recuerdo de ese correo necesita pasar por un proceso en que el cerebro decide olvidarlo. No es algo pasivo. El cerebro decide, en ese momento, que va a desaprender, u olvidar, esa primera memoria. Por eso sabemos que el olvido se parece mucho al aprendizaje, porque es algo que sucede activamente.
P: Es decir, que el cerebro decide aparcar esa información y darle relevancia a otra…
R: Efectivamente. Y además, sabemos que ese olvido que ha decidido el cerebro no es total. Por ejemplo, si al cabo de un rato abres el correo, con un vistazo rápido vuelve esa memoria. No se ha destruido. Está ahí.
P: Es como si pasara a un segundo plano, entonces, ¿ese recuerdo no desaparece?
R: Eso es. Sabemos que esa información está en tu cerebro. Con un pequeño recordatorio, recuperas toda la información que tenías…
P: Entonces, es necesario olvidar para aprender.
R: Sí. Es necesario para seguir adaptándote.
P: Y este proceso de "interferencia retroactiva" ¿puede ocurrir también con recuerdos del pasado? Por ejemplo, lo de no recordar el nombre de un profesor del colegio, o de un amigo de cuando éramos pequeños… Resulta frustrante, pero no es tan preocupante, entonces.
R: Lo que sabemos es que los lapsus de memoria pueden no ser tanto recuerdos destruidos sino, más bien, que estén siendo interferidos por otro recuerdo, que impide que se reactiven. La información está presente, no se ha destruido, ni se te ha olvidado para siempre el nombre de tu amigo, pero no lo tienes accesible, no lo puedes rescatar.
P: Pero también ocurre que, si lo piensas mucho intentando acordarte, quizá no te acuerdas en el momento, pero al día siguiente te despiertas y de pronto te viene a la cabeza: ¡Se llamaba Ana!
R: Claro, porque son dos mecanismos diferentes: uno es almacenar información y otro es reactivar información. Tomás siempre pone este ejemplo, que me parece muy bonito y fácil de entender. En una biblioteca, tú puedes perder un libro porque haya un incendio y el libro se destruya, o porque el libro se haya colocado en otro sitio y no lo encuentras, o porque te pierdes y no encuentras el sitio donde estaba. No lo encuentras, pero el libro está.
P: Y si el libro está, puede ocurrir que en otro momento lo encuentres…
R: Efectivamente. No es lo mismo una amnesia porque has perdido el libro que una amnesia porque has perdido la habilidad de reactivar el recuerdo de dónde está el libro.
P: En el estudio habláis todo el tiempo de los "engramas", que serían algo así como los cambios cerebrales que ocurren durante el aprendizaje y que son necesarios para la memoria. Explícanos qué son.
R: Cuando tú aprendes algo, por ejemplo leyendo un libro, esa información está activando una serie de neuronas en el cerebro, que se conectan entre ellas y forman un camino. Y van a sufrir una serie de cambios, que se van a mantener. Al día siguiente, cuando hablas con una amiga de lo que has leído, por ejemplo, esas neuronas se van a reactivar cuando recuerdas lo que contaba el libro. Los engramas son grupos de neuronas que se modifican cuando codificamos un recuerdo (ya sea una información o una experiencia). Esas mismas neuronas se van a reactivar cuando recuerdas eso.
P: En vuestro estudio conseguís activar y desactivar engramas de memoria específicos. Los ratones recordaban recuerdos olvidados, al estimular esas neuronas.
R: Eso es, nosotros aplicamos esa técnica y lo que vimos fue que, si marcamos en el cerebro esas neuronas mediante técnicas genéticas (optogenética), podemos activarlas artificialmente. Y hemos demostrado que esa información que había sido “olvidada” sigue presente. Y que podemos manipularla artificialmente.
P: Se puede reactivar y hacer que salte a primera línea, que te venga toda esa información almacenada en tu memoria...
R: Eso es. Volviendo al ejemplo de antes, la información del correo que recibiste sigue ahí, en tu memoria.
P: ¿Y por qué es importante demostrar esto?
R: El objetivo final de toda nuestra investigación es entender el funcionamiento de la memoria. Porque, si no, no puedes corregir cosas cuando hay defectos.
P: ¿Y cuál sería el siguiente paso hacia ese objetivo? ¿Qué es lo siguiente en vuestras investigaciones?
R: Aprender cómo se olvida la memoria te da capacidad para entender cómo aprendes y cómo desaprendes algo. Y esto se puede aplicar en un montón de cosas... En pedagogía, por ejemplo, o a nivel patológico, con el alzhéimer o la demencia.
P: ¿Puede ayudar a entender mejor el alzhéimer?
R: Claro, porque esta enfermedad es un fallo del sistema. Cuando entiendes cómo está funcionando el proceso en una persona sana, en condiciones no alteradas, eso es básico para entender qué está fallando cuando falla.
Este estudio que hemos publicado ahora tiene que ver con el olvido y el aprendizaje. Nos gustaría entenderlo mejor para poder tomar mejores decisiones. Buscamos entender cómo el cerebro decide olvidar cosas. Para, cuando falle, saberlo. Saber por qué y cómo sucede eso nos beneficia a todos.
P: Pero el olvido del alzhéimer es muy distinto de ese olvido cotidiano del que hablábamos…
R: Sí, y es algo mucho más complejo. Sabemos que los recuerdos, en determinados tipos de alzhéimer, sobreviven a la degeneración. Volviendo al ejemplo de la biblioteca, hay investigadores que han visto que esos libros existen, pero están perdidos. Y que, artificialmente, con la técnica del engrama, se podrían reactivar esos recuerdos.
P: ¿Eso se puede hacer?
R: Sí. Ya se ha hecho en ratones con alzhéimer, aunque con sus limitaciones. El objetivo último es entender si en la enfermedad de Alzheimer se han destruido los recuerdos por completo. Y hay investigadores que han descubierto que sí, que se mantienen. Si no están destruidos, se pueden reactivar.
P: Pero entonces ¿hablaríamos de una pérdida de memoria reversible?
R: A día de hoy no es reversible, y estamos lejos de que lo sea, por desgracia. Es casi ciencia ficción, porque es una enfermedad muy compleja con muchos procesos biológicos implicados. Pero, simplificando mucho el modelo, sí se ha conseguido reactivar determinados recuerdos en ratones con alzhéimer. Y eso te da una vía, te abre la puerta a investigarlo más, a la posibilidad remota de que realmente la información no se haya destruido, que no haya desparecido del todo.
P: Que, simplemente, no acabas de encontrar el libro…
R: Eso es. Que no está accesible, pero existe.