La genética y el estado físico son los factores claves para convertirse en un astronauta

Guillermo Rojo, un atleta español, es el encargado de entrenar a los astronautas -que deben estar en forma- para que puedan ir al espacio. Con su objetivo puesto en los Juegos Paralímpicos de París 2024, Rojo ha lanzado la patente del Maxforce, un aparato que permite hacer los entrenamientos de fuerza en condiciones de microgravedad y que podrá ser utilizado en hospitales para los enfermos que requieran de largos periodos de hospitalización. Así, los seleccionados pueden sobrevivir a condiciones extremas como la sucedida con el estadounidense Frank Rubio, quien ha pasado 371 días continuos en el espacio, junto a Serguéi Prokópiev y Dmitri Petelin, y que ya ha regresado. Se trata de todo un récord, ya que se ha convertido en el viaje más largo en la historia espacial estadounidense.

Y es que el estado de salud de los astronautas debe ser excelente. “Tiene que contar con niveles decentes de flexibilidad, control motor, coordinación, movilidad, fuerza y función cardiovascular, que es lo que está correlacionado con menos riesgo de enfermedad y de desarrollo de patologías agudas o lesiones. Por otro lado, la absorción de alimentos y medicamentos no es la misma que en la Tierra, ni la aparatología física es igual de efectiva, y es algo a tener también en consideración”, comenta.

El investigador -y campeón paralímpico como guía- ha preparado a algunos de los miembros del Cuerpo Europeo de Astronautas que viajan a la Estación Espacial Internacional o con el programa Artemisa, como Luca Parmitano o el francés Thomas Pesquet. El objetivo de este dispositivo es mejorar la eficiencia de los entrenamientos y reducir su tiempo de dos horas a 15 o 20 minutos diarios.

Guillermo Rojo, en una de sus publicaciones de Instagram:

Estudio genético de enfermedades, clave para elegir a los astronautas

“Viajar al espacio conlleva exponer al cuerpo y a la mente humanos a un entorno que de entrada es hostil con diferentes componentes como la microgravedad, gravedad 0, la radiación, el aislamiento, el confinamiento o la limitación de recursos”, así lo ha explicado Guillermo Rojo. De ahí que los estudios genéticos sean un factor clave para elegir tanto a los astronautas como a los turistas espaciales, que tienen que estar físicamente activos y con un historial médico perfecto. “Una buena salud cardiovascular facilita mucho no tener arritmias cardíacas durante un vuelo espacial, un infarto o que los vasos sanguíneos estén en condiciones adecuadas para soportar Fuerzas G importantes”, explica.

“La microgravedad y la radiación ejercen cambios en la fisiología humana, lo que significa que el cuerpo humano se adapta al espacio pero se desadapta a la gravedad terrestre”, ha subrayado Rojo, quien asiste en Marbella (Málaga) a la cumbre internacional sobre turismo espacial y subacuático SUTUS. Esto supone la pérdida de masa muscular y fuerza y la pérdida de masa ósea de la persona. "Para una mujer posmenopáusica, una osteoporosis severa en la Tierra se estima que está en una pérdida de masa ósea en torno al 2 o 2,5% anual”, ejemplifica el atleta. En cambio, un astronauta pierde entre un 1,2 o al 2% mensual, sobre todo en las articulaciones.

Tras volver del espacio, aparecen las enfermedades

Tanto el músculo cardíaco, que baja su rendimiento, como los ojos, debido al atrapamiento del nervio óptico, se ven afectados. Esto supone un aumento de las probabilidades de sufrir patologías cardíacas o de sufrir cataratas tempranas o cefaleas. Por eso, un viajero espacial tiene que estar sano y no estar predispuesto genéticamente a desarrollar determinadas patologías. El estudio de su historial médico actual y “lo que viene en el ADN” no es lo único que se analiza para concluir si una persona es apta o no para subir al espacio, sino que también se estudian los historiales de sus padres y abuelos.

“No es un capricho, hay una explicación para ello”, destaca. Se trata de un proceso para “predecir qué enfermedades podrían tener” y eliminar tanto las derivadas de la herencia genética como las asociadas a una vida sedentaria. “Una buena salud cardiovascular facilita mucho no tener arritmias cardíacas durante un vuelo espacial, un infarto o que los vasos sanguíneos estén en condiciones adecuadas para soportar Fuerzas G importantes”, recalca. “Lo más importante que tiene que conseguir es un equilibrio de todos los componentes de la condición física”, concluye.