Cientos de incendios forestales están arrasando el noroeste de Canadá. Está siendo un verano extremo en Alberta y la Columbia Británica, con temperaturas superiores a los 42 ºC que son mucho más altas de lo que cabe esperar en latitudes tan elevadas, y que han desatado una oleada de incendios brutal, con más de 600 focos fuera de control.
El cielo sobre la ciudad de Fort Smith en Canadá se ha teñido de un llamativo tono rojo, síntoma de la pésima calidad del aire que está ahogando a esta y otras zonas del país.
La alerta por la mala calidad del aire ha afectado a más de 55 millones de personas en Estados Unidos. Según las últimas actualizaciones, unos 13 millones de hectáreas han ardido en Canadá este año, alrededor de 15 veces más de lo normal.
La NASA está vigilando ahora especialmente la ciudad de Yellowknife, la capital de la provincia de los Territorios del Noroeste, donde se ha emitido un estado de emergencia local seguido de una orden de evacuación para algunas áreas.
Muchas carreteras se han cerrado a medida que el fuego se propaga, y el humo amenaza especialmente la salud de niños, ancianos y enfermos. La enorme cantidad de partículas es un peligro puesto que estas se cuelan en el sistema respiratorio y en el torrente sanguíneo.
Las emisiones de carbono de los incendios de Canadá también han sido extremadamente altas, según los datos compartidos por Mark Parrington, un científico atmosférico del Centro Europeo de Pronósticos Meteorológicos a Medio Plazo (ECMWF).
A principios de agosto, las emisiones de carbono de los incendios forestales canadienses ya habían superado los 300 megatones, aproximadamente tres veces lo que se ha generado durante el transcurso de una temporada completa de incendios en las últimas décadas.