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La noticia publicada esta semana por la revista científica Science de que los primeros humanos europeos se extinguieron por la terrible glaciación de Günz, hace un millón de años, ha devuelto el nombre de Atapuerca a la primera línea mundial de la investigación sobre la evolución humana.
Según un estudio realizado sobre paleoclima y sedimentos, recuperados océano adentro, a unos 200 kilómetros de Lisboa, hace 1,1 millones de años se produjo una terrible glaciación que cubrió de hielo casi toda Europa. Aquella glaciación modificó radicalmente el clima y el entorno. Los investigadores creen que es imposible que los homínidos que habían llegado a la península ibérica sobrevivieran a este episodio extremo.
Las claves de cómo la vida pudo abrirse camino, hasta la llegada de nuevas especies humanas, se podrían encontrar en Atapuerca, Burgos. Los restos de Homo Antecessor hallados en la Gran Dolina, en el nivel TD6, con unos 850.000 años de antigüedad, serían la evidencia de una nueva radiación humana que repobló Europa tras la extinción provocada por los hielos. Esta nueva humanidad ya conocería el fuego y sabría cómo protegerse del frío, nuevas herramientas y desarrollos cognitivos que les ayudarían a sobrevivir en las siguientes glaciaciones.
Pero antes de que llegaran estos nuevos exploradores, los homínidos ya habían dejado su huella en Atapuerca. En la campaña de 2022 se descubrió parcialmente la cara de un ser humano que murió hace en torno a 1,4 millones de años. Estos restos aparecieron en el yacimiento conocido como la Sima del Elefante. Es la cara del primer europeo.
¿Qué pasó entre este primer europeo, bautizado como Pink, y el siguiente, Homo Antecessor? La glaciación de hace 1,1 millones de años, conocida científicamente como Glaciación de Günz, puede ser la respuesta.
Para el codirector de los yacimientos, Eudald Carbonell, que ha dedicado su vida a la Gran Dolina y a la Sima del Elefante, estamos a las puertas de entrar en la segunda etapa dorada de Atapuerca. La primera se produjo hace 30 años, con el descubrimiento de los cráneos de la Sima de los Huesos y de los restos de Homo Antecessor. Fue en 1993 y en 1994 cuando ambos hallazgos acapararon la atención de las principales revistas científicas de todo el mundo.
Desde entonces, incluso antes, los tres codirectores de Atapuerca, Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, han pasado toda una vida en la trinchera. Los tres hablan en esta edición de lujo con Miguel Ángel Oliver, que conduce en NIUS el videopodcast ‘A ver si me he enterado’. El triunvirato, un término que emplea Carbonell y que no le gusta a Arsuaga, está a punto de jubilarse. Posiblemente, el año que viene será el último en que les veamos juntos en los yacimientos.
En reconocimiento a su labor, heredera de los trabajos previos del gran impulsor de Atapuerca, el ya fallecido Emiliano Aguirre, se produce esta conversación, a caballo entre las preguntas de hoy y las respuestas que mañana dará el gran yacimiento burgalés. Fue grabada a principios de agosto, pocos días después del cierre de la última campaña de excavaciones.
Para Arsuaga, está claro: el principal descubrimiento del género humano es su mortalidad, algo que todavía no eran capaces de reconocer ni Pink ni Antecessor cuando llegaron por aquellas tierras, antes y después de la terrible glaciación de Günz.