Hay otro cambio climático, y es subterráneo: un "peligro silencioso" que crece bajo las grandes ciudades

  • El cambio climático subterráneo se refiere al "aumento de temperatura por debajo de la superficie", que provoca problemas en ciertas infraestructuras

  • Un estudio relaciona por primera vez este fenómeno con la transformación del subsuelo de las ciudades: "No existen estructuras civiles diseñadas para soportarlo"

  • Un ejemplo: las temperaturas subterráneas en el distrito comercial de Chicago son 10 grados más altas que las de una zona verde de las afueras

Hablamos mucho de las ciudades como islas de calor. Sabemos que el efecto “isla de calor urbana” hace que las temperaturas que se alcanzan en determinados núcleos urbanos sean más altas que en otros. Y está demostrado que influye en que en las ciudades, en general, haga más calor que en zonas menos urbanizadas de la periferia.

La diferencia puede ser de varios grados, y convierte a las ciudades en auténticos “hornos” durante los meses de verano. Pues bien, los científicos nos advierten ahora de otro “peligro silencioso” que acecha bajo las grandes ciudades: el cambio climático subterráneo.

"Las áreas urbanas sufren cada vez más islas de calor subterráneas: un cambio climático subterráneo responsable de problemas ambientales, de salud pública y de transporte", advierte un estudio publicado recientemente.

Aumento de la temperatura subterránea

Antes de nada, hay que aclarar que no se refiere al cambio climático del que solemos hablar, cuyos efectos se dan en la superficie terrestre. El cambio climático subterráneo “es un término que se usa para describir el aumento de temperatura por debajo de la superficie”, explica en la BBC Alessandro Rotta Loria, profesor de ingeniería civil y medioambiental de la Universidad Northwestern de Estados Unidos.

Es el autor principal de un estudio que se acaba de publicar en la revista Nature y que relaciona por primera vez este fenómeno con la transformación del subsuelo de las zonas urbanas. Y es importante, porque aunque ya se había vinculado con ciertas afecciones, como el asma, hasta ahora no se habían investigado sus efectos en la infraestructura civil. A pesar de que este fenómeno se conoce hace 25 años. 

Hablamos de “cambios en las condiciones climáticas subterráneas”. Rotta Loria asegura que “el suelo se deforma como resultado de las variaciones de temperatura y no existen estructuras civiles diseñadas para soportar estas variaciones”.

Estructuras que se están hundiendo "lentamente"

El fenómeno afecta, sobre todo, a las grandes ciudades del mundo. En muchas de ellas, el calor se difunde bajo tierra de forma constante a través de los sistemas de transporte subterráneo, aparcamientos, redes de calefacción y otro tipo de infraestructuras del subsuelo. Los propios materiales de construcción absorben y retienen el calor durante el día y lo liberan durante la noche, al igual que ocurre en superficie.

Estas variaciones de temperatura pueden tener varias consecuencias. Se conocen algunas: en el agua subterránea, en el estado del transporte subterráneo, en el crecimiento de las plantas, en la salud de las personas… y ahora conocemos también sus efectos en los edificios. "El suelo, las rocas, los materiales de construcción se deforman bajo la influencia de las variaciones de temperatura, y las deformaciones excesivas pueden afectar el desempeño de la infraestructura civil", leemos en el estudio.

“No es que un edificio vaya a colapsar de repente. Las estructuras se están hundiendo lentamente. Las consecuencias podrían ser nefastas, pero queda mucho tiempo para verlas”, dice el experto en la BBC. Asegura que no está en juego la seguridad de las personas, de momento. 

“Es muy probable que el cambio climático subterráneo ya haya causado grietas que hasta ahora no asociábamos a este fenómeno porque no éramos conscientes de ello”, explica Rotta Loria. Y advierte que muchos edificios no han sido diseñados para tolerar las variaciones de temperatura actuales. Que cada vez son mayores. En este caso, sí debido al cambio climático en superficie. 

Chicago como laboratorio vivo

Asegura Rotta Loria que cada ciudad necesitaría una evaluación individual y estudios específicos, pero apunta cuáles serían las más vulnerables a este fenómeno. “Las más densas, sobre terrenos inestables y blandos, serán más propensas a sufrir daños producto del cambio climático subterráneo”. Y mira a las megaciudades de América Latina. Pero no sólo.

Durante años, Rotta Loria y su equipo instalaron 150 sensores inalámbricos de temperatura en el distrito comercial de la ciudad de Chicago y en Grant Park, un espacio verde lejos de los edificios y las estaciones de metro. ¿Y qué es lo que vieron? 

Que las temperaturas subterráneas en ese barrio de Chicago eran hasta 10 grados más altas que las de Grant Park. “Usamos Chicago como nuestro laboratorio vivo, pero el cambio climático subterráneo es común a todas las áreas urbanas densas del mundo”, advierte Rotta Loria. Y pide que se realicen estos estudios en otras ciudades, para poder evaluar cada caso por separado. 

"Este trabajo sugiere que el cambio climático subterráneo puede representar un peligro silencioso para la infraestructura civil en el 'Chicago Loop' y otras áreas urbanas en todo el mundo", advierte en las conclusiones de su estudio.

Porque, según las simulaciones que han hecho, el aumento de las temperaturas subterráneas puede hacer que el suelo se hinche y se expanda hacia arriba una docena de milímetros. O que se contraiga y se hunda varios milímetros bajo el peso de un edificio: hasta 8 milímetros. 

Parece muy poco, pero está ocurriendo de forma constante. Aseguran que es más de lo que muchos materiales de construcción y sistemas de cimentación pueden tolerar sin comprometer su funcionalidad. Por eso, Rotta Loria plantea la necesidad de que, a partir de ahora, las nuevas construcciones tengan en cuenta este fenómeno.

Convertir el problema en oportunidad

Pero no sólo eso. El investigador advierte también en su estudio que este calentamiento puede suponer una oportunidad en la actual crisis energética, si se aprovecha de forma adecuada. Puede ser "una oportunidad para reutilizar el calor residual en el suelo".

¿Cómo? “Hay tecnologías geotérmicas que pueden recoger el calor y utilizarlo para la calefacción de edificios”, por ejemplo. “Y seguramente sería suficiente para cubrir su demanda”, explica el investigador. 

Es decir, además de suponer un problema, puede convertirse en oportunidad. Ese calor residual en el subsuelo podría reutilizarse como recurso energético, si se captura y se gestiona en las condiciones adecuadas.