Después de que centenares de millones de personas contuvieran la respiración con una búsqueda retransmitida al minuto, después de que las primeras malas noticias se apoderaran de los equipos de rescate y después de la terrible confirmación de la implosión del sumergible y la muerte de los tripulantes, llega el momento de preguntarse: ¿y ahora, qué?
Porque con esa "implosión catastrófica" no acaba esta historia. Casi podríamos decir que empieza. Desgraciadamente sí ha sido el final para las cinco personas que se aventuraron a bajar a los restos del Titanic en ese batiscafo. Pero las investigaciones abiertas y las más que posibles denuncias a la compañía invitan a pensar que esto es solo el inicio. Las tareas en las profundidades del océano pueden continuar semanas o meses. Y los trabajos en los despachos para conocer con exactitud lo que ocurrió y las responsabilidades se pueden alargar durante años. Por esa razón, el futuro de OceanGate está lleno de nubarrones.
Pero, ¿a qué se enfrentan por el momento?, ¿quién investiga lo ocurrido con el Titan?, ¿a quién corresponde determinar quién tiene la responsabilidad?, ¿hay tensión y nerviosismo entre los países que han colaborado en la búsqueda?
En este momento hay tres investigaciones abiertas. Una por parte de la Guardia Costera de Estados Unidos. Otra por la Junta de Seguridad en el Transporte de Canadá y otra, interna, por parte de la propia compañía. Son las primeras, porque muy pronto llegarán las demandas de las familias de los fallecidos y la lucha con las compañías de seguros. El futuro de la empresa del sumergible del Titanic promete convertirse en un embrollo de campeonato.
Vamos a ver una a una cuáles son las tres investigaciones que ya están abiertas:
Este domingo lo anunció la Guardia Costera: abrían una investigación para determinar qué fue lo que pudo causar la implosión del sumergible Titan. Además, la persona que encabeza la investigación, el capitán Jason Neubauer, aseguró que las operaciones de recuperación en el lecho marino continuaban y que habían cartografiado el lugar del accidente. No dio plazos para acabar con las pesquisas, pero convocar la Junta de Investigación Marítima es el nivel más alto de investigación que puede llevar a cabo la Guardia Costera de EE.UU.
“Mi principal objetivo es prevenir un suceso similar al formular las recomendaciones necesarias para mejorar la seguridad del ámbito marítimo en todo el mundo”, declaró Neubauer. La Guardia Costera, con las conclusiones a las que llegue, podrá hacer recomendaciones a los fiscales para que se apliquen sanciones civiles o penales, según corresponda.
La Armada de Estados Unidos también está implicada en las labores de búsqueda, esenciales para encontrar respuestas. Pero ya ha anunciado que no usará el equipo de salvamento 'Flyaway', con capacidad de sacar a la superficie a un Titán intacto. La Armada sólo utilizaría ese sistema de recuperación oceánica si hubiera trozos lo suficientemente grandes como para requerir su uso.
“Las labores están enfocadas en ayudar a cartografiar el campo de escombros en preparación de los intentos de recuperación y para apoyar las acciones de investigación. Las labores para movilizar equipos como el Sistema Flyaway de Salvamento en el Océano Profundo se han suspendido”, aseguró un funcionario de la Armada.
El anuncio de los canadienses llegó un día antes que el de Estados unidos. El sábado confirmaba la Junta de Seguridad en el Transporte de Canadá que se abría una investigación por la pérdida del sumergible Titán.
“Estamos realizando una investigación de seguridad en Canadá dado que se trataba de una embarcación con bandera canadiense que partió de un puerto canadiense y estuvo involucrado en este incidente, aunque en aguas internacionales”, explicó Kathy Fox, presidenta de la junta de Transporte. “Otras agencias pueden optar por realizar investigaciones y eso depende de ellas”. Declaraciones que dejan asomar un cierto malestar sobre quién es el responsable de determinar cómo ocurrió la tragedia entre Estados Unidos y Canadá.
El Polar Prince salió de Terranova el 16 de junio, remolcando al malogrado Titán. Había 41 personas a bordo, 17 miembros de la tripulación y otras 24, incluyendo las cinco que murieron cuando el Titán implosionó.
Fox aseguró que entiende el interés internacional que hay en el rescate y que Canadá compartirá la información que recopile con otros organismos, como la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos y la Guardia Costera estadounidense, pero "dentro de los límites de la ley canadiense". Las grabaciones de voz y las declaraciones de testigos están protegidas por la legislación del país, añadió. “Nuestra investigación irá donde la evidencia nos lleve. No queremos duplicar esfuerzos. Queremos colaborar”.
De hecho, en la investigación colaboran otros países, concretamente los que participaron en la búsqueda. Junto a Estados Unidos y a Canadá, también forman parte de las pesquisas la Oficina de Investigación sobre Acontecimientos Marítimos de Francia y la División de Investigación de Accidentes Marítimos de Gran Bretaña.
La empresa también ha empezado una investigación interna. Guillermo Sohnlein, accionista minoritario, ha declarado que "en las próximas semanas" la junta directiva de OceanGate analizará "la supervivencia" de la compañía", cuyo futuro es "incierto". Cuando fue preguntado por si la empresa asumiría la responsabilidad por negligencia tras la catástrofe del Titan, dijo que "no estaba autorizado para responder" y que ignoraba si los seguros de la compañía se harían cargo de un suceso como ese.
La forma en que se realiza la investigación general se dificulta por el hecho de que el mundo de la exploración de aguas profundas no está claramente regulado. Es probable que una parte clave de cualquier pesquisa corre a cargo de la propia compañía. Pero también está sobre la mesa que el desastre se ha podido producir por un diseño poco convencional y la negativa de su creador a someterlo a controles independientes que son estándar en la industria. El director ejecutivo de OceanGate, Stockton Rush, que estaba pilotando el Titán cuando implosionó, se llegó a quejar de que las regulaciones pueden sofocar el progreso. “Poner a una entidad externa al día en cada innovación antes que se pruebe en el mundo real es un anatema para la innovación rápida”, escribió Rush en la web de su empresa.
El Titan no estaba registrado como navío estadounidense ni con las agencias internacionales que regulan la seguridad. Y no fue clasificado por un grupo de la industria marítima que establece estándares en asuntos como la construcción del casco.
A todo esto hay que sumar el embrollo judicial que comenzará muy pronto. Las familias, muy probablemente, demandarán a la compañía. Quizá también las aseguradoras. Algo a lo que están acostumbrados en OceanGate, aunque no a ese nivel. En los últimos años ya tuvieron que afrontar varias demandas por misiones aplazadas debido a fallos técnicos o inclemencias meteorológicas, que impidieron hacer el descenso hasta los restos del Titanic. Pero el escenario que se plantea tras la implosión del Titan no tiene precedentes.
Eso sí, todos los pasajeros firmaron un documento antes de viajar en el sumergible que decía esto: “Un viaje en una nave experimental sumergible, no homologada por ningún organismo regulador, que puede resultar en daños físicos, discapacidad, trauma emocional o muerte”. Lo vemos en este vídeo, compartido en Twitter por la colaboradora de CNN Frida Ghitis.
“La palabra ‘muerte’ se menciona tres veces en la primera página del documento, nunca te la quitas de la cabeza”, recuerda el escritor Mike Reiss, guionista y productor, en declaraciones a la BBC. "Firmas un descargo de responsabilidad que enumera una tras otra las formas en que podrías morir en el viaje”, explica. Reiss hizo el mismo viaje el año pasado. “Sabes perfectamente en lo que te estás metiendo”, dice.
Durante sus 14 años de existencia, OceanGate ha realizado más de 200 misiones en el Pacífico, el Atlántico y el Golfo de México. En 2019, recibió 19,3 millones de dólares en inversiones. Su gancho tenía fuerza: "No es necesario viajar al espacio para contemplar mundos alienígenas", publicitaban. Sólo el año pasado, 28 personas descendieron con su maltrecho batiscafo hasta los restos del pecio más célebre.