El hallazgo de los restos del Titan en las proximidades del naufragio del Titanic, el pasado jueves, cerraba una búsqueda que ha tenido en vilo al planeta entero. Tras confirmarse la muerte de sus cinco pasajeros por la implosión de la nave a causa de la presión externa se han abierto todo tipo de interrogantes sobre unos sistemas de seguridad demasiado laxos, al menos en aguas internacionales.
La falta de regulación de las actividades de exploración submarina ha permitido que una nave, de fabricación casi artesanal, y sin ninguna certificación de seguridad, se sumergiera a casi 4.000 metros de profundidad con un resultado fatal. Pero, ¿una tragedia similar podría ocurrir en nuestro país?
Muchos desconocen que en España se realizan cada día viajes turísticos de pasajeros en el interior de un submarino. "Se llevan haciendo más de treinta años", confirma a NIUS José Luis Martín, marino mercante y jefe de máquinas, en el año 92, de uno de los primeros sumergibles que se fletaron en España con este fin.
"Nosotros hacíamos inmersiones de entre 30 y 40 minutos en las aguas de Marbella y jamás hubo ningún problema. El riesgo era cero, porque nuestro submarino era de altísima seguridad, no como el engendro del Titan, que desgraciadamente ha tenido un triste final, pero previsible", lamenta. "El sumergible en el que yo trabajaba, al igual que los que siguen funcionando hoy día en España, fue construido en un astillero finlandés especializado en la fabricación de submarinos turísticos de pasajeros, sometido a todas las pruebas y certificaciones necesarias", recalca.
Certificaciones que el Titan no poseía. El piloto fallecido en el sinestro, Stockton Rush, se vanaglorió en distintas ocasiones de haberse saltado los controles de seguridad, incluso el certificado de homologación del aparato, porque según decía era un impedimento "para el avance científico". Rush quería ser recordado como un pionero en la innovación de sumergibles. "Yo he roto algunas reglas para hacer esto posible", decía. Utilizó titanio y fibra de carbono para construirlo aun sabiendo que era muy peligroso. "Hay una regla para no hacerlo", reconocía... "pero yo lo hice", repetía con orgullo.
"Su comportamiento fue suicida", defiende Martín. "Lo malo es que con su irresponsabilidad arrastró a la muerte a cuatro inocentes", recalca el experto en submarinos español.
"Lo sucedido con el Titan jamás podría suceder en España. Jamás", reitera Martín. "Para empezar porque una nave como esa no podría navegar en aguas españolas porque no tenía homologación, no tenía bandera, no tenía matrícula, el piloto ni siquiera tenía un título náutico, que aquí son exigencias imprescindibles", aclara. "Hubiera tenido una inspección de las patrulleras de la Guardia Civil y lo hubieran parado y devuelto a puerto de inmediato", recalca el especialista. "Lo que pasa es que en EE.UU. la regulación es mucho más permisiva, para que te hagas una idea cualquier persona que se compra un barco de vela puede llevarlo, sin título alguno, solo te piden un seguro. La ignorancia es muy atrevida y luego llegan las consecuencias", resalta el marino mercante.
Sumergirse en una nave para disfrutar de los fondos marinos o de pecios hundidos es posible en España, "aunque en estos momentos solo en Canarias", explica Judith Darias, la directora de Atlántida Submarine, una de las empresas que se dedica a esta actividad en la isla de Gran Canaria, Submarine Adventure. La otra empresa, Submarine Safaries, opera en Tenerife y Lanzarote.
El Golden Shark es el sumergible turístico que trabaja a diario en Gran Canaria. "Cuenta con 44 plazas para turistas y dos para los pilotos de la nave. Dos pilotos de la marina mercante, la máxima formación posible, que tienen una enorme experiencia, acumulan 37 años entre los dos", asegura Darias.
"Es imprescindible esta formación, porque el capitán es el que decide si se dan las condiciones adecuadas o no para descender", destaca. "Depende del tipo de aviso que haya por parte del Servicio Marítimo de Meteorología se puede llegar a cancelar directamente el viaje o se opta por realizar una prueba previa sin turistas, solo con personal de la empresa, para evaluar el estado del mar y decidir después", explica la gerente. "Llevamos haciendo esto tres décadas y jamás hemos tenido ningún problema. Todo está muy, muy controlado".
El Golden Shark, como los otros dos submarinos que operan en Canarias ha sido fabricado en el astillero finlandés de Turku, diseñado específicamente para el mercado turístico. Puede sumergirse a una profundidad máxima de 75 metros y navegar a una velocidad de 3 nudos a la hora. "Sin embargo, por las características de la costa de Gran Canaria donde estamos nunca baja a más de 18 o 22 metros", detalla Darias. "Y además, para mayor seguridad, el submarino hace siempre la misma ruta por el mismo lugar. Tenemos una concesión marítima administrativa de casi 3.000 metros cuadrados, balizados, donde nadie sin permiso puede entrar, ya que estamos desarrollando allí un proyecto de regeneración del fondo marino. Un parque de arrecifes artificiales que es donde hacemos la inmersión inicialmente y luego de ahí salimos a una zona pública para visitar dos pecios hundidos que llevan ahí muchísimos años. Una ruta interesante y segura porque jamás nos salimos de lo establecido", relata.
Este sumergible trabaja siete días a la semana -siempre que no haya contratiempos- y puede llegar a hacer hasta ocho inmersiones diarias. "Que no haya pasado nada en tres décadas con esta fuerte actividad creo yo que indica el elevado nivel de seguridad con el que cuenta", argumenta Darias.
"La Capitanía Marítima es la que se encarga de velar por la seguridad de los barcos, incluidos los submarinos", detalla Martín. "Cada nave es sometida a unos controles periódicos exhaustivos y rigurosos donde se inspecciona cada detalle y si se encuentra alguna anomalía se obliga a hacer la reparación o a corregir el defecto. Si no se solventa no se da el certificado pertinente que le permite navegar y el submarino se queda en puerto", indica el marino mercante.
"Anualmente se hacen dos revisiones concienzudas. Una en el agua, sumergiendo la nave a 47 metros de profundidad, para testar que no sufre ningún tipo de avería, y otra en tierra", explica la directora de Atlántida Submarine.
"La prueba bajo el agua es para comprobar, entre otras cosas, la estanqueidad", corrobora Martín. "Se comprueba que no haya entrada de agua, que no haya fisuras, que no haya lagrimeo, que es cuando comienzan a salir gotitas en las paredes, eso sería muy mala señal. Por otro lado, la prueba en seco es vital en los submarinos turísticos, dura unas dos semanas y ahí se comprueba milímetro a milímetro el casco, las soldaduras, se hace un ensayo de líquidos no penetrantes que revela si hay poros, grietas o imperfecciones", explica el experto en submarinos.
"Además, añade la directora de Altlántida Submarine, "en el día a día también se extrema la seguridad. Esto es como un avión, el piloto llega por la mañana y hace un chequeo exhaustivo de toda la aparatología del submarino junto con el jefe de mantenimiento. Y si todo ese chequeo resulta positivo, como pasa en un avión, sale a trabajar. Si hay alguna incidencia, pues no puedes salir, se cancela o se retrasa el viaje hasta que todo esté ok", destaca. "Nuestro jefe de mantenimiento lleva 30 años trabajando en la empresa y se formó en Finlandia con los fabricantes. El margen de seguridad es muy grande".
José Luis Martín era uno de los encargados de este control diario en su submarino. "Revisaba todos los equipos a bordo, la parte eléctrica, la carga de aire comprimido, la instalación de válvulas, las tuberías, comprobaba la batería, los interruptores, la brújula, para que el submarino navegue correctamente, las cámaras de televisión, los ojos de buey, era una revisión muy minuciosa, y lo mismo que yo hacía entonces hacen ahora mis compañeros que operan en Canarias. El resultado, ya lo hemos comentado, cero accidentes en más de tres décadas de uso de submarinos turísticos".
A pesar de la dimensión y el seguimiento de lo sucedido en el Titan las reservas para conocer a borde de un submarino las profundidades de las costas canarias no parecen haberse resentido. "Mira, la noticia de la desaparición se conoció el lunes, el jueves se supo que había implosionado y ese mismo día teníamos una lista de espera que no fuimos capaces de solventar", asegura Darias. "No hemos tenido más cancelaciones de las habituales desde entonces. Hemos trabajado con absoluta normalidad y ya estamos a tope de reservas para el verano", avanza. "Yo creo que la gente es muy inteligente y sabe que lo sucedido en aguas del Atlántico no es comparable en ningún sentido"
Otra de las diferencias con la nave accidentada es el público al que está destinado. El Titan, a millonarios con el capricho de ver de cerca los restos de una leyenda. Las víctimas pagaron 250.000 euros por cabeza. "En nuestro sumergible pagan 35 euros los adultos y 20 euros los niños. Y además con mucha más visibilidad", indica la directora de Atlántida Submarine. "No se ve el Titanic pero sí una fauna y flora maravillosa".
"En el Titan debían tener una sensación de claustrofobia total porque no había visibilidad. Era un cilindro con un simple ojo de buey en la proa. En mi submarino de Marbella y en los canarios que siguen operando ahora existe una claridad enorme. Tienen un ojo de buey en la parte delantera, otro en la trasera, y 11 ventanas circulares en babor y otras 11 en estribor, además piensa que la profundidad es muy poca, a 20 metros la claridad y la visibilidad dentro del submarino es total", explica el marino mercante José Luis Martín.
A pesar de ello, las empresas dedicadas a estas inmersiones ofrecen una vía de escape para quienes en el último momento tengan un ataque de pánico o de claustrofobia. "Nos ha pasado alguna vez que cuando se cierra la escotilla hay personas que se agobian y no quieren seguir. Por normativa, acompañando al submarino, va siempre una embarcación auxiliar que es nuestros ojos en la superficie, a ésta es a la que se le comunica que hay que desembarcar a un pasajero y traerlo a puerto", concluye.