Varias organizaciones de rescate de mamíferos marinos han mostrado su preocupación por la muerte de un gran número de delfines y leones marinos a lo largo de este mes frente a las costas de California, en EEUU. Por otra parte, la semana pasada, veíamos cómo un tiburón sembraba el pánico en una playa de Orihuela, Alicante, poco antes de fallecer junto a unas rocas.
Un comunicado del Servicio Nacional de Pesca Marina de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA Fisheries), del que se hace eco Univision, señala que cientos de leones marinos y delfines han perdido la vida en las primeras semanas de junio. Los expertos consideran que el motivo está en la floración de unas algas nocivas.
Las muestras de tejido recogidas por el citado organismo revelaron que los animales son víctimas del ácido domoico, una neurotoxina producida por el alga Pseudo-nitzschia. Cuando se alimentan con sus presas, la dañina sustancia entra en la cadena alimentaria y enferma a los mamíferos marinos.
El ácido domoico, según ha apuntado el Departamento de Salud Pública de California, supone también un peligro para aquellas personas que comen crustáceos, pescados y mariscos que han acumulado un buen nivel de dicha sustancia. De hecho, puede ser mortal si se ingiere en dosis elevadas.
El alga del que hablamos se da de forma natural. Michelle Berman Kowalewski, fundadora y directora de la Unidad de Investigación de Cetáceos de las Islas del Canal, una organización de biovigilancia con sede en Santa Bárbara, señaló que el recuento de delfines muertos es "el mayor" que han visto en 25 años de trabajo.
La tragedia es, sin duda, para tenerla en cuenta. Y es que los delfines y leones marinos varados aparecen desorientados y agitados, presentando sacudidas de cabeza, espuma en la boca, convulsiones y pérdida de habilidades motoras.
Mientras tanto, a los bañistas de las playas californianas se les ha advertido para que se mantengan alejados de los animales afectados y soliciten lo antes posible la asistencia de las organizaciones de rescate.
Según Berman Kowalewski, entre los principales factores que contribuyen a la proliferación de algas figuran los nutrientes arrastrados al océano por la lluvia y los vientos, que crean un efecto de remolino en el Canal de Santa Bárbara y provocan afloramientos. Por ejemplo, peces como las anchoas se alimentan de las algas, y los mamíferos marinos se alimentan de las anchoas.
"Siempre que se traigan nutrientes de las profundidades, habrá algas que se alimenten de ellos, y eso es lo que vemos ahora. Creo que estamos viviendo una tormenta perfecta", concluyó Kowalewski.