Lleva un día a la venta y ya ha conseguido un importante récord. El videojuego Diablo IV ya está disponible para PC y consolas y se ha convertido en el título que más rápido ha vendido de todos los que ha lanzado su desarrolladora, la todopoderosa Blizzard Entertainmnet. La compañía californiana, responsable de algunos de los videojuegos de rol más conocidos de la industria, como el popular juego online World of Warcraft, ha lanzado, por fin, la esperada cuarta entrega de otra de sus licencias estrella: Diablo, el juego que ‘inventó’ el género que mezclaba la acción y el rol, tal y como lo conocemos ahora.
Diablo IV ha sido un juego largamente esperado. Anunciado en la Blizzcon 2019 (la feria anual celebrada por la compañía en Los Ángeles que acoge a miles de fans de todo el mundo) el juego ha ido sufriendo obligados retrasos, pero al fin, es una realidad. Su anterior entrega, Diablo III, se había lanzado en 2012. Eran tantas las ganas de sus seguidores por volver a vivir las aventuras de fantasía medieval oscura que caracterizan a la saga que entre los pasados días 2 al 5 de junio ya se había convertido en el título que más rápido ha vendido de la historia de Blizzard. Y eso que todavía no se había llegado al día de lanzamiento, el 6 de junio.
Este sorprendente dato se produjo porque entre esos días, del 2 y el 5 de junio, los afortunados compradores de una edición especial del juego podían comenzar a jugarlo antes que el resto de los mortales, en un periodo de acceso anticipado. Según ha contado la compañía, en esos días donde sólo los que habían pre reservado la edición especial podían comenzar a jugar, se han registrado más de 92 millones de horas de juego (lo que supone más de 10.000 años). Una auténtica barbaridad. Aunque Blizzard no comparte datos de ventas, según informa la propia compañía, todas las reservas previas al lanzamiento del juego tanto en PC como consolas ya le habrían situado como su juego más rápidamente vendido de la historia. Las previsiones más conservadoras de algunos analistas americanos afirman que el juego superará los 13 millones de copias en sus primeros 6 meses (Diablo III habría vendido alrededor de 30 millones de copias en estos 11 años).
Y es que la saga Diablo siempre ha sido tremendamente exitosa y, aunque Blizzard no esté pasando por su mejor momento (algunas decisiones polémicas sobre su modelo de negocio, la caída de jugadores de algunas de sus importantes franquicias como Overwatch o Heartstone y algunos sonados escándalos sobre abusos a sus trabajadores) la popularidad de Diablo parece a prueba de bombas. Pero también ayuda que el juego que finalmente ha visto la luz conserva la esencia de la saga y potencia todas sus virtudes, llevando sus característicos combates contra hordas de demonios al mundo abierto, una tendencia en el mundo de los videojuegos que han sabido integrar de manera brillante.
Diablo, ese juego que llegó en 1996 y que se convirtió en la diana de la cólera de los integristas religiosos hispanohablantes en Estados Unidos, por su llamativo nombre en castellano, nos ponía en la piel de un héroe en un mundo de ambientación medieval inventado llamado Santuario y, en realidad, nuestra misión era acabar, precisamente, contra los miles de demonios que invadían aquellas tierras. Nació entonces la leyenda de una saga que enganchaba por sus eternos combates contra cientos de demonios, sus épicas luchas contra sus poderosos jefes finales, su profunda historia que narraba la eterna lucha entre ángeles y demonios y su peculiar estilo de juego de acción y rol en tiempo real: golpes y hechizos inundando la pantalla en interminables batallas que siempre terminaban con la recogida de un cuantioso botín. Un botín que nos permitía dotar a nuestro héroe de un equipo mejor a cada segundo.
Ambientado 50 años después de los acontecimientos de Diablo III: Reaper of Souls, Diablo IV comienza con la invocación de Lilith, Hija del Odio, que regresa al reino mortal de Santuario. Unas horribles criaturas han infestado la región, y solo las almas más valientes serán capaces de hacer frente al caos. Los jugadores podrán personalizar su experiencia de juego del modo que consideren más apropiado con los árboles de habilidades que les otorgarán hechizos y habilidades adicionales conforme luchen por devolver Santuario a sus habitantes.
Diablo IV cuenta con un extenso mundo exterior que los jugadores podrán explorar tras elegir entre cinco clases: los cambiaformas druidas, los ágiles pícaros, los hechiceros elementales, los brutales bárbaros y los ritualistas nigromantes. Ningún camino es el correcto, pues los jugadores pueden escoger cómo progresar, ya sea persiguiendo sin descanso a Lilith o explorando los rincones más oscuros de cada región mientras potencian sus habilidades. Las tierras de Santuario son diversas, al igual que sus biomas y bestias demoníacas. Los jugadores se pondrán a prueba en cinco regiones distintas con más de 120 mazmorras y docenas de búsquedas secundarias, al mismo tiempo que se enfrentan a jefes del mundo y liberan fuertes infestados en un mundo abierto y cooperativo.
Ya hemos repetido muchas veces que los videojuegos hace tiempo que se reivindican como el décimo arte y siempre tenemos ejemplos de las innegables capacidades artísticas de este medio cultural cada vez más integrado en el entretenimiento de millones de personas en todo el mundo. Y el ingente trabajo artístico tras el diseño de Diablo IV (en el que han trabajado decenas de artistas gráficos, artistas 3D, etc.) debe ser reconocido y celebrado. Y para ello, en nuestro país Blizzard ha querido rendir homenaje a la eterna lucha del bien contra el mal a través de una iniciativa que mezcla a la perfección arte y videojuegos.
El cielo, el infierno y el diablo han sido una obsesión y una fuente de inspiración para los artistas a lo largo de la historia. Una de las obras de arte más famosas y visitadas de España es el tríptico de El Jardín de las Delicias, de El Bosco, cuyos paneles muestran increíbles visiones fantásticas y muy detalladas del cielo, la tierra y el infierno. Con ese espíritu de representar el bien y el mal, Diablo IV ha reinterpretado esta obra de arte inmortal con la obra El Jardín del Infierno.
A través de este tríptico, que fue presentado el pasado 2 de junio en Phygital Gallery en Madrid, y que estará abierto al público hasta el 11 de junio, representa la eterna batalla entre ángeles y demonios que representa el mundo oscuro y gótico de Diablo IV. Un viaje del cielo al infierno, con el Santuario en medio, donde se libra la batalla del exitoso juego de rol.
Durante la presentación se dio a conocer el cuadro, además, los artistas creadores han repasado el papel del diablo como fuente de inspiración para el arte y el proceso de creación de la obra. John Mueller, Director de Arte de Diablo IV, comentó a través de un vídeo que “de hecho, El Jardín de las Delicias ha servido de inspiración al equipo que trabajó en el componente artístico/estético de Diablo IV”.
Diablo es una de las sagas de videojeugos más conocidas y es una marca, junto a Warcraft, que ha llevado a Blizzard a ser una de las desarrolladoras más respetadas y conocidas del planeta. El juego redefinió el género de los juegos de rol y acción se centra en la lucha contra fuerzas demoníacas y la exploración de mundos oscuros y terroríficos. Su estética escura y lúgubre es una marca de la casa y su intrincado ‘lore’ sobre ángeles y demonios es realmente profundo. Estas son todas sus entregas:
La saga Diablo ha sido aclamada por su atmósfera única, su jugabilidad adictiva y su historia intrigante. Ha dejado una marca indeleble en el género de los juegos de rol de acción y ha reunido a una gran comunidad de seguidores en todo el mundo que ahora abrazan Diablo IV para agrandar su leyenda.