La tecnología y sus avances, sumados al incesante esfuerzo por seguir descubriendo los misterios que todavía hoy permanecen alrededor de un hecho histórico tan reseñable, han permitido que, por primera vez desde su hundimiento en abril de 1912, podamos ver imágenes del Titanic como nunca antes lo habíamos visto gracias a una reconstrucción 3D de su estado actual tras el conocido naufragio.
Concretamente, gracias a la utilización de robots subacuáticos, se ha realizado el primer escaneo digital en tamaño completo del transatlántico, que se encuentra a 3.800 metros de profundidad en aguas del Atlántico Norte.
Controlándolos desde la superficie, estos robots, tras más de 200 horas de inmersión, han peinado a lo largo y ancho el Titanic para conseguir, a través de más de 700.000 imágenes, la reconstrucción más impresionante del naufragio, y probablemente la más valiosa, pues se espera que su amplio grado de detalle, –que capta todos los ángulos posibles–, permita descubrir algunas incógnitas que todavía hoy permanecen presentes, cómo por ejemplo cómo y dónde fue exactamente el choque con el iceberg, mostrado recurrentemente en estribor en las películas y documentales.
Con este modelado 3D, según ha avanzado BBC News, los investigadores esperan conocer qué fue exactamente lo que ocurrió en los instantes en que se iba a gestar la tragedia, que acabaría con casi 1.500 muertos, aproximadamente el 68% del total de pasajeros a bordo.
Desde el desastre, múltiples exploraciones se han realizado en el lugar, pero ninguna tan completa y compleja como ahora, casi 38 años después del descubrimiento del pecio del transatlántico británico, en 1985, y cuando han pasado 111 desde su hundimiento.
Ofreciendo imágenes de la embarcación como nunca antes, el modelado muestra al Titanic como si el agua hubiese sido extraída a su alrededor: se aprecian detalles de sus cadenas, las anclas, una hélice… restos del pecio recreados con extraordinaria calidad y profundidad.
Su casco, por su parte, yace separado en dos partes, con la proa y la popa separadas por 800 metros, mientras un enorme campo de escombros rodea al total de la embarcación, entre restos como estatuas, metales ornamentales, pertenencias de pasajeros e incluso botellas de champán aún sin abrir.
La leyenda, ya alimentada por la mítica película de James Cameron, vuelve a revivir así, una vez más, impulsada por un espectacular mapeado bajo el Atlántico Norte.