La explicación genética de por qué las personas con TDAH viven menos
Las personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tienen hasta 5 veces mayor mortalidad que una sin este trastorno
Los diagnosticados con TDAH en la edad adulta tienen un mayor riesgo de mortalidad que las personas diagnosticadas durante la infancia o la adolescencia
El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), responsable de muchos casos de fracaso escolar
Las personas con TDAH viven hasta cinco veces menos que una sin este trastorno. Investigadores españoles han identificado 19 regiones genética que vinculan una menor esperanza de vida en personas con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) .
Un equipo de científicos del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV), del Hospital Universitario Pere Mata, del Vall d'Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y de la Universidad Rovira i Virgili (URV) han identificado 19 regiones genéticas asociadas a este trastorno y a una menor esperanza de vida.
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El TDAH aparece durante la infancia y a menudo se mantiene durante la edad adulta, y que estudios previos ya habían demostrado una menor esperanza de vida y una mortalidad hasta cinco veces más elevada que en personas sin este trastorno.
El investigador del IISPV y del Hospital Pere Mata Gerard Muntané, ha explicado que entre los genes identificados el TNKS, con un papel esencial en el mantenimiento de los telómeros (las regiones de los cromosomas relacionados con la longevidad) y que está implicado con otros rasgos psiquiátricos y trastornos metabólicos que aparecen a menudo en pacientes con TDAH.
Los investigadores también han identificado los genes AKAP6 y SEMA6D, previamente relacionados con otros trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, y los genes SYPL2 y HMG20A, que tienen un papel relevante en el control de diferentes funciones cerebrales, según el estudio que publica la revista 'Neuropsychopharmacology..
"Un descubrimiento interesante es que todas las variantes genéticas que incrementan el riesgo de TDAH reducen, al mismo tiempo, la duración de la vida", ha subrayado Muntané.
"Por primera vez hemos identificado, a la misma vez, genes asociados con el TDAH y con una menor esperanza de vida", ha señalado María Soler Artigas, investigadora del grupo de Psiquiatría, Salud Mental y Adicciones del VHIR y del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM).
Para hacer este estudio, los investigadores han analizado datos genéticos de 19.099 pacientes con TDAH y de 34.194 personas sanas, y para evaluar la esperanza de vida han utilizado datos de alrededor de un millón de personas.
"Nuestra investigación proporciona nuevas evidencias de que los genes implicados en el TDAH también pueden estar relacionados con otros procesos biológicos que influyen en la salud y en la duración de la vida", ha resaltado Muntané.
El diagnóstico temprano disminuye la mortalidad en personas con TDAH
El jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d'Hebrón y del grupo de Psiquiatría Salud Mental y Adicciones del VHIR e investigador del CIBERSAM, Josep Antoni Ramos, ha señalado que "el TDAH puede hacer que los pacientes sean más propensos a tener conductas desafiantes o de riesgo que los lleven a tener más accidentes", además de tener más tendencia a hábitos perjudiciales, como por ejemplo fumar o tener una dieta poco saludable.
Estas costumbres se relacionan con la aparición de otras enfermedades, como la diabetes o patologías cardiovasculares, que también pueden contribuir a disminuir la esperanza de vida.
Los autores de este estudio han resaltado que el riesgo de muerte prematura también depende de la edad de diagnóstico del TDAH.
Así, los diagnosticados en la edad adulta tienen un mayor riesgo de mortalidad en comparación con las personas diagnosticadas durante la infancia o la adolescencia.
"Es clave un diagnóstico temprano que nos ayude a hacer un seguimiento y acompañamiento de los pacientes desde el principio para evitar su entrada en una trayectoria negativa que podría acabar con una mayor mortalidad", ha concluido Marta Ribasés, investigadora del grupo de Psiquiatría, Salud Mental y Adicciones del VHIR y del CIBERSAM.